El sexo: del puritanismo al olvido

 


Para Hegel, el sujeto es el resultado de un fracaso del ser, un fallo o error en la realidad. Toda conciencia está atravesada por esa inadecuación con respecto al mundo que constituye su origen. El fracaso es lo que somos como sujetos y sociedades. La demanda de una igual «redistribución del sexo» por parte del movimiento incel (desarrollado en sectores políticos antiigualitarios) es simplemente el desarrollo lógico de una paradoja de la izquierda. La sociedad moderna ha construido un consenso moral en torno a la dignidad humana, y nadie debería pasar hambre, sed o vivir sin techo; son derechos y su garantía es un deber colectivo. Sin embargo, en el terreno de las necesidades sexuales, la lógica cambia, sigue gobernado por una ley primitiva: el atractivo, el carisma o el poder económico marcan el dominio inmoral de la ley del más fuerte, del mercado salvaje darwinista. A diferencia del alimento o la vivienda, el sexo no se considera un bien cuya distribución deba preocuparnos. Este hecho encierra una profunda contradicción. Si el ser humano es un animal social, y si la sexualidad es una de sus dimensiones esenciales, ¿por qué la necesidad erótica queda fuera de la justicia como equidad? No hablamos solo de placer físico, sino de reconocimiento, afecto y contacto humano. En un mundo donde todo puede mercantilizarse, la desigualdad sexual se convierte en un espejo opaco dentro de las desigualdades. Quien tiene belleza, dinero o poder, el fuerte en definitiva, puede permitirse el lujo del amor o el sexo, mientras que los demás se conforman con la abstinencia, el onanismo o la frustración. Las desigualdades son tremendas. Gordos, feos, calvos, pobres se sienten invisibilizados y marginados y, mientras, la sociedad evita esta conversación. Quizá enfrenta un problema sin solución fácil. A diferencia del pan, el deseo no puede repartirse con justicia sin violentar la libertad de los otros. No se puede obligar a nadie a desear a quien no desea, pero sí incentivarlo. ¿O es que todo acto sexual implica deseo? Ignorarlo no es una opción. El aislamiento, la soledad y la frustración tienen consecuencias psicológicas y sociales profundas. Pero para esta nueva izquierda sexualmente puritana esto no es un problema, es un vicio.


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