Physis o nomos... de la frivolidad



La aridez es un recurso literario no reconocido para seleccionar lectores, para expulsar inteligencias hedonistas. Se quedan los que tienen capacidad de aguante, los que jamás abandonan un libro y recorren todos los rincones de sus páginas bostezando, pensando en sus musarañas: cuando por fin creen haber acabado el libro, ni siquiera lo han empezado. Se toman la filosofía demasiado en serio, sin sospechar que la mayoría de los escritos filosóficos son textos literarios, algunos con una calidad enredada. Quien confunda las metáforas con su literalidad merece leer más poesía o, al menos, ejercitarse con la narrativa. Sartre definió el existencialismo poéticamente: la existencia precede a la esencia. Simone de Beauvoir, siguiéndole de cerca, poetizó miméticamente que no se nace mujer, se llega a serlo. No es extraño que de la rumia de estos versos germinen los malentendidos. Y como todo lo que queda de Marx es un manojo de resentimiento descontento cuyo chivo expiatorio es la palabra 'capitalismo', el dinamismo sin competencia aparece, según Nick Land, como un sueño monoteísta reformulado. Así, las irenemontero del mundo, ajenas a la belleza metafórica y con un rictus enfadado de extrema seriedad, digieren las metáforas sin jugo gástrico y lo que defecan son piedras de sílex. De este modo, defienden que 'sexo' es una construcción social, mezclándolo con artera confusión con 'género', concepto dúctil en esencia. Sin embargo, estas constructivistas de lo natural creen con infinito ventajismo que la emergencia climática sí es un fenómeno natural y no una construcción social, o al revés, un efecto naturalmente existente producto de la naturaleza prometeica del ser humano capitalista. Basta que el cambio climático sea simplemente physis para que la emergencia climática sea nomos, involucrada como está de aspectos del ser como también de la convención y la normativa, es decir, del deber ser. Percibir el mero cambio como peligro inminente es pura ideología. Y el consenso científico, un dogma alimenticio: ya se sabe que el científico que no comulgue con tal rueda molinera corre el riesgo de ostracismo. Y es que se trata de un desafío inmanejable: los modelos de análisis y de previsión no son todavía capaces, ajenos como están a una comprensión profunda de los sistemas complejos naturales (physis). Establecer, por tanto, regulaciones políticas y acciones colectivas (nomos) con un mínimo sentido, dada la información incompletísima, todavía no parece posible sin renunciar a una frivolidad semejante a la que yo acabo de mostrar escribiendo este texto.

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