El régimen del solitario
Avempace nació en Zaragoza a finales del siglo XI dentro de una familia humilde ajena a intereses intelectuales. Defendió una una vida de perfección depurada que solo se podía conseguir en soledad. Médico, matemático, astrónomo, lógico y filósofo, se le reprocha, además de no haber concluido algunas de sus obras, no haber sido excesivamente consecuente en su vida personal con los principios teóricos expuestos en sus libros. Como hombre ilustrado, se le acusó de heterodoxo y de ateísmo: no es que quisiera negar la Revelación, sino que tendía a interpretarla racional y alegóricamente. El islam, desde su nacimiento, tuvo contactos con la cultura y el legado griegos a través de las grandes traducciones llevadas a cabo sobre todo en Bagdad: la filosofía de Platón, el neoplatonismo, el estoicismo y, sobre todo, de Aristóteles. Con estos ingredientes, llegó a la conclusión de que el fin último e ideal de la vida humana era el conocimiento, la sabiduría, la pura contemplación. En El régimen del solitario afirma: "la sabiduría es el estado más perfecto de las formas espirituales humanas". El punto de partida para lograr este fin es la propia conciencia interior. La ciencia del alma precede a todas las demás ciencias físicas y matemáticas en dignidad. Para conseguir este ideal de conocerse a uno mismo, es imprescindible despojarse de toda influencia corporal: "Todo el que prefiera su materialidad a la espiritualidad no podrá alcanzar el fin último. Todo hombre feliz será puramente espiritual". No obstante, el hombre se encuentra en medio de una contradicción entre la vida social imprescindible para subsistir materialmente y la profunda y amarga experiencia de constatar que esa misma sociedad no solo no le ayuda sino que incluso le puede impedir por completo el logro supremo, en una eterna lucha entre individuo y sociedad, convivencia y libertad. El estado más perfecto del hombre se logra viviendo en comunidad, sí, pero a condición de que esa comunidad no esté corrompida y degenerada, en cuyo caso no habrá más remedio que aislarse en la medida de lo posible. Es en tales circunstancias cuando el aprendiz de sabio debe huir de la comunidad y aislarse, puesto que esta no solo no le ayuda, sino que le estorba: vive entre los demás, pero no entregado al entorno alienante, no participa de él. No hay, por tanto, negación completa de la vida social, sino simple aislamiento, siempre doloroso, cuando las circunstancias lo requieren. Ibn Tufayl escribió El filósofo autodidacto, donde novela filosóficamente al solitario de Avempace.