Uroboros


Los peores lectores son los que proceden como los soldados que se entregan al pillaje: se apoderan aquí y allá de lo que puede serles útil, manchan y confunden el resto y cubren todo de ultrajes, comenta Nietzsche a propósito de su propia obra, como un uroboros autofágico. El odio no es sino la ira propia de quien es descubierto en su evidente insuficiencia extrema, dominadora, que intentaba ocultar. El supuesto fundamento del pueblo alemán, si es que existió alguna vez, con sus raíces nacionales inventadas desde la mitología, supuso la exaltación artificial de la sangre alemana, obviando las raíces grecolatinas de su historia y cultura. Salvo Schopenhauer y Kant, la filosofía alemana es propia de enfermos. Y así les fue en la primera mitad del siglo veinte. La hybris con némesis se cura.

El charlatanismo, gracias a las crisis, inculca a la progresía crédula la esperanza de una curación voluntariosa, adánica y súbita. Las víctimas autodiagnosticadas se vuelven impacientes y peligrosas, y se convierten ineludiblemente en enemigos del pueblo para salvarlo.


 

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