La dignidad de las personas con estatura moderada



Mientras leía esta poesía

Vengo de no sé dónde,

no sé quién soy,

muero no sé cuándo,

voy a no sé dónde,

me asombro de estar tan alegre

Recordé lo difícil que es para el ser humano saber a qué atenerse y discernir lo que le conviene. 

Los aprendices de totalitarios saben exactamente lo que nos conviene.  Por eso, alguien ajeno a mi situación personal, apetencias o contexto decide por mí mismo para proteger mi dignidad de mí mismo.

Arqueo una ceja cuando leo que "el responsable de Diversiones en el Ruedo y sus enanitos toreros ha asegurado que está "tranquilo" ante la prohibición de este tipo de espectáculos".

Interpretan mal el imperativo categórico kantiano y llegan a la conclusión de que, debiendo tratar a toda persona como fines en sí, eso de utilizarlas como simples medios sería cosificarlas. Una vez aceptado este sofisma, es fácil comenzar a sospechar de todas las profesiones: "Yo soy más listo que tú y sé lo que te conviene, hijo; esa profesión no respeta tu dignidad, te cosifica, te humilla. Por tu bien, la prohibiré. Las personas con estatura reducida no podéis ser bufones porque seríais objeto de mofa".

La verdadera dignidad consiste en respetar la autonomía de las personas, responsables y no tuteladas, para que decidan, siempre a tientas, lo que más les conviene, sin hacer daño a nadie.



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