Trinos de noviembre
La mentalidad abierta vinculada al falibilismo epistemológico y al contingentismo ontológico es la virtud central del liberalismo. El imperativo categórico kantiano define los límites de una esfera que ha de quedar fuera del alcance de los otros. La dignidad infinita de cada persona exige que los demás respeten la inviolabilidad de esa esfera de voluntad libre. Sin embargo, el comunitarismo defiende que ciertas asociaciones de individuos son portadoras, en sí mismas, de intereses dignos de protección; intereses que pueden coincidir o no con los de los individuos que las componen. Lo fundamental es el concepto de 'autonomía' kantiano que señala a un legislador que tiene en sí mismo su fundamento: nadie sabe mejor que yo mismo lo que es bueno para mí.
El gran problema es que se entiende la democracia por su sentido etimológico y se olvida que es mucho más: pluralismo, respeto a los derechos humanos, isonomía o división de poderes. La dictadura de la mayoría es igual de perversa que la del tirano. Convendría revisar las enseñanzas actualísimas de Constant para defendernos de los populismos antiliberales. En esta idea se encierra el germen del actual estado de derecho, que se basa en dos principios: el democrático y el liberal.
Con Simone de Beauvoir comienza la degeneración del feminismo, ya simple instrumento de la lucha de clases. Junto a su compañero Sartre defendieron el totalitarismo genocida comunista sin inmutarse. Lilith Verstrynge dice que apoya la posición de El Jacobino, una postura universalista e igualitaria que se podría asumir en Francia, pero que al pasar la frontera es distinto. Las feministas terf contra las queer: Un privilegio de sexo anulado por el voluntarismo de sexo. La izquierda siempre tiene la coartada de sus "buenas intenciones", algo que parte de la derecha ha asimilado. La Revolución Francesa demostró que las buenas intenciones no eran tales y pronto dejaron paso a lo verdadero: el odio, la venganza y el terror. Orwell pudo saber, pero no quiso, que el verdadero totalitarismo había comenzado en octubre de 1917, en Rusia. Se cayó del caballo veinte años tarde, como otros muchos hipócritas.
Escribe Gregorio Luri: "Ley elemental de las redes sociales: digas lo que digas, siempre habrá al menos una persona que refute lo que no has dicho". Ningún refutador está a la altura de nuestras ambigüedades. A veces, el contemplador aporta más creatividad e imaginación que el artista.