La antipolítica



No me gusta la política como táctica de poder, con su miserable cálculo electoral y su asquerosa dispersión de mentiras propagandísticas con ese sesgo tan deshonesto. Las leyes ad hominen, ad hoc, los autoindultos y las leyes contraproducentes se suceden: ¿cómo es posible seguir permitiendo esta degradación institucional? La misma retroactividad a favor del reo que han preparado para amnistiar a los sediciosos, sus socios, les parece una atentado de los jueces en la ley del solo sí es sí. Me resulta repugnante el blanqueamiento a un partido totalitario, que cobijó y defendió a genocidas, por sus "buenas intenciones". "¡Qué vergüenza! A “Victims of Communism” stamp would be far more appropriate. These symbols represent imperialism, genocide, poverty, and gulag. Will a swastika stamp be next?", escribía acertadamente Kasparov. Hace menos daño a la democracia el chorizo que se llena sus bolsillos que el político que corrompe todo el sistema con una red clientelar. La esquizofrenia gubernamental no parece tener límites. Si alguien ampara y ayuda a un delincuente, decía Dragó, en lo que atañe a su delito, ¿participa de la culpabilidad de éste? ¿Son reos de complicidad en el delito de sedición los miembros de este gobierno? Hay que reconocer que lo de reformar un delito por exigencia de quienes lo han cometido y además anuncian que volverán a cometerlo es algo realmente ilegítimo para cualquier ordenamiento jurídico. El problema territorial de España no son los nacionalismos, el problema territorial de España es el PSOE, ya desde la Segunda República, cuando también indultaron a los golpistas de octubre del 34. La capacidad de Sánchez para mentir con reiterada desfachatez ha conseguido que los españoles sufran un embotamiento severo de sus mecanismos de indignación y de rechazo. La izquierda se moviliza, incluso con agravios inventados. La derecha, mientras, suspira.

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