Sueños maravillosos
Contemplo un paisaje ocre entre el bochorno pesado. Al fondo, minúscula, mi casa azul me echa en falta. O yo a ella. Voces escuálidas me miran con fijeza entre las rocas tristes. Camino escuchando el quejido de las hojas muertas. Las estatuas sollozan las gotas del rocío. El horizonte inquieto permanece anhelante. Escucho sus ecos graves. Intenta advertirme de una desolación que ya me posee. La torre abandonada no es mi refugio. Herida por el rayo, camuflada entre la bruma ausente, su ventana ciclópea me contempla en silencio, muda su puerta entreabierta, desgajada y quejumbrosa entre temblores. A veces entro. Tras el umbral me espera la noche inquieta. Sobra el tiempo.