Parcialidad fría


Me pidieron que repitiera más lentamente la frase: La ciencia ha sido utilizada frecuentemente como instrumento de refutación de la religión. Pero esto solo es así cuando la religión invade territorios empíricos y positivistas. Haz que paren, que se estén quietos. La encarnación de Jesús estaba dirigida a que los distintos Tomases pudieran tocarlo, palparlo con los sentidos corporales. No bastaba con el alma, tuvo que inmiscuirse en lo corporal, innecesariamente. Esto disminuyó mi terror porque el positivismo, identificando ciencia y verdad, declaró falsas las afirmaciones de la religión, meras revelaciones arbitrarias fundadas en ventrílocuos ávidos de poder. Pero era una explicación posible entre tantas. El neopositivismo, apelando al principio de verificación empírica, tiene todo el derecho, creo, a declarar falsas las posiciones de la religión en materia empírica, pero no puede ni debe considerar carentes de sentido las que tratan del alma. Concluí mi intervención diciendo que la actual epistemología afirma que las diferencias de objeto, método y fines entre ciencia y religión hacen lógicamente imposible una refutación de la religión por la ciencia. La misma ciencia, si es rigurosa, admite la existencia de un espacio abierto que ella misma no es capaz de completar. En ese espacio caben muchas interpretaciones, hasta las ridículas.

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