Según me cuenta un espía, el ministro pasó muy mala noche, con vómitos, dolor de cabeza y síntomas de resfriado. Cuando se levantó y se fue al ministerio para dar una rueda de prensa, sorprendió a todos los asistentes con estas palabras: "Ya está bien de este crecimiento inacabable en los gastos del Estado. He comprobado que la sociedad se ha idiotizado y las personas antes lúcidas tienen embotado el ejercicio de la responsabilidad individual, generado por una cultura de gratuidad y dependencia. Los estados tienden a proteger demasiado a sus ciudadanos de sus propias decisiones, como hace un padre protector con un hijo mimado. El Estado aporta a la sociedad menos de lo que cuesta, exactamente igual que las ONG, que recaudan mucho y reparten poco, y además, desplazan hacia adelante la carga de la deuda, para que la paguen los habitantes del futuro. Antes esto se maquillaba con el trilerismo de imprimir billetes, pero hoy ya no se puede. Señores y señoras, ya está bien. Presento mi dimisión de este gobierno absurdo. Sepan ustedes que las consecuencias no planificadas de cualquier tipo de pensamiento o acción son en realidad los verdaderos fundamentos de los comportamientos sociales. No se preocupen en tratar de discernirlos. Déjenlo todo en las manos invisibles de Lao Smith o Adam Tsé".[30 de septiembre de 2018]