Cómo leía Papini

Me dice Giovanni:

—Cuando era joven leía casi siempre para aprender. Hoy a veces leo para olvidar. Cada libro es un invasor que quiere sustituir tus pensamientos por otros. Hay que defenderse y leer a mano armada. Siempre el arma más adecuada es un lápiz de color con el que herir en los márgenes con admiraciones, interrogaciones, flechas. De muchos libros basta leer el prefacio y el índice. En algunos solamente el índice. Raramente leo durante un mismo día un solo libro. Cuando leo libros para nutrirme los mastico bien. Picoteo otros y algunos me los trago deprisa y con rabia. Prefiero aquellos que se pueden empezar en cualquier página, que exhalan aromas de sabiduría inconsumible. He conocido a uno que quería llevar siempre encima, aún cuando iba de paseo, su biblioteca.

—Ahora ya se puede.

—La mayor parte de los hombres son irremisiblemente sordos para las voces que merecen ser escuchadas. Si al menos fueran mudos…

—Dejaríamos de escuchar anécdotas que cuando son interesantes son falsas, y que, cuando son verdaderas no tienen interés. 

—Mejor es dedicarse a contemplar el polvo y las hojas secas.





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