Ventrílocuos del pueblo
En política, los que aspiran a dioses son los demonios. Ningún tú ni ningún él tiene derecho a salvar a nadie de su yo. Lo característico del ideal es que reduce a mierda lo real. Los ventrílocuos del pueblo parecen acceder a su pensamiento por telepatía. Así es fácil crear o no indignación. Solo cuando les interese, los alquimistas de la opinión se sirven de las incoherencias latentes como técnicas de seducción. Casi no hace falta mentir, solo saber cuándo sacar a la luz determinados temas.