Queridos tontainas: hagan lo que hacía Maquiavelo
«Cuando llega la noche, vuelvo a mi casa y entro en mi estudio; nada más entrar, me despojo de la ropa de diario, llena de fango y de lodo, y me pongo los trajes de corte real y pontificia. Y así, vestido como conviene, penetro en las cortes de los hombres antiguos donde, amablemente recibido por ellos, reparo mis fuerzas con ese alimento que es solo para mí y para el cual he nacido; no me da vergüenza hablar con ellos y preguntarles las razones de sus actos, y ellos, a causa de su modestia, me contestan. Durante cuatro horas no siento tedio alguno, olvido todos mis pesares, no temo la pobreza, la muerte no me espanta; me convierto en ellos».