Los diarios de Emilio Renzi. Un día en la vida, de Ricardo Piglia

Me fascina, como siempre, la idea de un escritor que se aísla. En mi caso, la fantasía estuvo siempre ligada a la presencia de alguien que me espera. Quiero decir, estar solo pero que los demás lo sepan. Lo cual vuelve a demostrar el tejido literario de mi intención de vivir como un solitario

convertirme por fin en el lector de mí mismo, verse como si uno fuera otro              

Ayer en la Biblioteca del Congreso regreso al placer de las salas de lectura, los ficheros. Me pierdo allí igual que en un viaje. Por eso he pensado que sería capaz de soportar tres o cuatro meses de soledad total con el único procedimiento de salir de casa a las cinco de la tarde e ir a la biblioteca hasta la medianoche

Temores diversos, efectos de una realidad que se agrava y se complica. Noticias confusas. Nostalgia de los tiempos en los que podía escribir tranquilo sin temer a la historia

Malos tiempos para la lírica, como decía Brecht en la época de Hitler.              

hundido en la sucia contemplación              

Deseo de regalar todos mis libros              

correr los riesgos de encontrar mi estupidez              

Estoy decidido a narrar sin describir.             

la teoría musical atribuida a Adrian había sido copiada a Schönberg, vía T. W. Adorno             

Descubrió en la falta de ambición una especie de confusa dicha y sentía una irónica diversión cuando observaba a sus contemporáneos que habían logrado un módico suceso. Jamás podrá encontrar esa compensación: escribe para no pensar

Hay que vivir en tercera persona.              

Imposibilidad total de participar en una conversación social. Grandes esfuerzos. Cada vez más encerrado en mi propia soledad

el pasado está condensado en una larga serie de casualidades, cosa que no conviene pensar como lógica del futuro.

quiero escribir un libro en donde circulen las conversaciones, las notas, las lecturas              

tengo sin embargo que obligarme a la socialización.             

No, no era Wittgenstein [era Whitehead]

El cine es el diván del pobre, como decía Deleuze              

he dejado de querer ir a alguna parte              

tengo nostalgia de la soledad, que nadie se ocupe de mí en estos meses que vienen. La novela me ha creado un espacio social que no me gusta

La novela me ha puesto en la línea visible de la literatura argentina. Tengo que volver a una posición ajena al tumulto, volverme inédito y desconocido, no pienso publicar nada en los próximos cinco o seis años. Salirme de ahí

El relato conceptual es lo mejor, le digo, porque es lo que produce más incomprensión              

Entonces imaginó su vida sin los cuadernos              
Después del terremoto y el tsunami en Japón, Carola sólo lee a Kawabata, como un rabino leería la Torá en tiempos de crisis

Antes, cada dos por tres entraba en una polémica pública. Ahora no le encuentro sentido a ese murmullo incesante de opiniones y de pronósticos. Sin embargo, a veces, todavía, a la mañana temprano, bajo la ducha, escribo indignadas cartas imaginarias a los periódicos contestando argumentos idiotas. No bien salgo del agua las réplicas se disuelven.

La novela policial pone la verdad en el lugar del muerto              

Alguien recordó que el atardecer no existía como tema poético para los griegos. Todo el mérito era para el amanecer y sus múltiples metáforas: la aurora, el alba, el despertar. Recién en Roma, con la declinación del imperio, Virgilio y sus amigos empezaron a celebrar el ocaso, el crepúsculo, el fin del día.

[Fragmentos del libro]






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