Ciberleviatán, de José María Lassalle
«Huyo de la socialización cuando cae en simple frivolidad y en la ausencia de empatía», es decir, huyo de la socialización.
https://www.revistadelibros.com/blogs/aun-se-escriben-libros/el-ocaso-de-la-sociedad-abierta
Leo este interesante artículo que comenta, a su vez, el ensayo de José María Lassalle Ciberleviatán. El colapso de la democracia liberal frente a la revolución digital (Arpa Editores):
Aunque el progreso técnico siempre ha venido acompañado de fantasmas, cuando Popper publicó La sociedad abierta y sus enemigos, las grandes amenazas para el orden liberal y el pensamiento crítico eran el fascismo, el comunismo y las dictaduras civiles o militares desperdigadas. Derrotados militarmente los sistemas fascistas, desacreditadas las dictaduras, la caída del muro parecía conducir al triunfo definitivo del liberalismo y de la democracia, el «fin de la historia» de la que habla Fukuyama.
La mentalidad liberal convive, acomplejada, con una mala conciencia histórica, como si tuviese que expiar su presunta indiferencia ante las otras dos proclamas revolucionarias: igualdad y fraternidad, la hoy llamada justicia social. Un complejo injustificado porque ha sido la mentalidad que ha creado la estabilidad de las clases medias y, por supuesto, la que más ha contribuido a mejorar el nivel de vida de la población.
En la actualidad, prácticamente todo transita necesariamente a través de Internet, ese mundo insondable de realidades profundas y alternativas. La sempiterna tendencia del Estado al control de los individuos ha encontrado en ese desarrollo tecnológico un aliado formidable, al hacer posible la emergencia de un Ciberleviatán que nos convierta en esclavos satisfechos y dóciles sin la dura responsabilidad de tener que decidir, elegir y descartar. Un ciudadano que se siente solo, perdido, incapaz de elegir por sí mismo y, cuando lo hace y se equivoca, pide responsabilidades al Estado por haber permitido la equivocación y el abuso. Esta nueva minoría de edad, eterna adolescencia, constituye el combustible del populismo y sus recetas mágicas, con su apelación a los sentimientos cursis y a la rentable y maniquea fijación o creación ficticia de un enemigo común schmittiano que aglutine un «nosotros» frente a los demoníacos «ellos» responsables de todos sus males.
Las nuevas tecnologías han construido una nueva realidad etérea donde trabajar, relacionarse, esconderse, aparentar, observar, aprender y divertirse incluso más que en el mundo físico. Esto ha provocado un profundo cambio en la conciencia e identidad. Desde la Ilustración, el materialismo iba ganando terreno, pero hoy la materia ha quedado desplazada como soporte. Con la imagen de unos «cerebros en una cubeta», la conciencia humana puede hacer realidad el sueño salvífico de los órficos y alojarse como un software incorpóreo en cualquier soporte o nube cuasi espiritual. El yo seguiría sientiéndose yo sin la pesada carga del cuerpo y ello le permitiría acceder a la inmortalidad.
Con ocasión de la pandemia, es preocupante observar que las medidas de confinamiento y estricto control de la población que han adoptado buena parte de los paises del mundo, autoritarios y democráticos, han sido asumidas por la población con naturalidad bovina y sin rechistar. Es posible que haya sido un caso excepcional, pero este ensayo general de pastoreo puede servir de paradigma para animar e indicar a los totalitarios del mundo el camino a seguir. No hay que olvidar que lo hacen por nuestro bien. Glub.
https://www.revistadelibros.com/blogs/aun-se-escriben-libros/el-ocaso-de-la-sociedad-abierta
Leo este interesante artículo que comenta, a su vez, el ensayo de José María Lassalle Ciberleviatán. El colapso de la democracia liberal frente a la revolución digital (Arpa Editores):
Aunque el progreso técnico siempre ha venido acompañado de fantasmas, cuando Popper publicó La sociedad abierta y sus enemigos, las grandes amenazas para el orden liberal y el pensamiento crítico eran el fascismo, el comunismo y las dictaduras civiles o militares desperdigadas. Derrotados militarmente los sistemas fascistas, desacreditadas las dictaduras, la caída del muro parecía conducir al triunfo definitivo del liberalismo y de la democracia, el «fin de la historia» de la que habla Fukuyama.
La mentalidad liberal convive, acomplejada, con una mala conciencia histórica, como si tuviese que expiar su presunta indiferencia ante las otras dos proclamas revolucionarias: igualdad y fraternidad, la hoy llamada justicia social. Un complejo injustificado porque ha sido la mentalidad que ha creado la estabilidad de las clases medias y, por supuesto, la que más ha contribuido a mejorar el nivel de vida de la población.
En la actualidad, prácticamente todo transita necesariamente a través de Internet, ese mundo insondable de realidades profundas y alternativas. La sempiterna tendencia del Estado al control de los individuos ha encontrado en ese desarrollo tecnológico un aliado formidable, al hacer posible la emergencia de un Ciberleviatán que nos convierta en esclavos satisfechos y dóciles sin la dura responsabilidad de tener que decidir, elegir y descartar. Un ciudadano que se siente solo, perdido, incapaz de elegir por sí mismo y, cuando lo hace y se equivoca, pide responsabilidades al Estado por haber permitido la equivocación y el abuso. Esta nueva minoría de edad, eterna adolescencia, constituye el combustible del populismo y sus recetas mágicas, con su apelación a los sentimientos cursis y a la rentable y maniquea fijación o creación ficticia de un enemigo común schmittiano que aglutine un «nosotros» frente a los demoníacos «ellos» responsables de todos sus males.
Las nuevas tecnologías han construido una nueva realidad etérea donde trabajar, relacionarse, esconderse, aparentar, observar, aprender y divertirse incluso más que en el mundo físico. Esto ha provocado un profundo cambio en la conciencia e identidad. Desde la Ilustración, el materialismo iba ganando terreno, pero hoy la materia ha quedado desplazada como soporte. Con la imagen de unos «cerebros en una cubeta», la conciencia humana puede hacer realidad el sueño salvífico de los órficos y alojarse como un software incorpóreo en cualquier soporte o nube cuasi espiritual. El yo seguiría sientiéndose yo sin la pesada carga del cuerpo y ello le permitiría acceder a la inmortalidad.
Con ocasión de la pandemia, es preocupante observar que las medidas de confinamiento y estricto control de la población que han adoptado buena parte de los paises del mundo, autoritarios y democráticos, han sido asumidas por la población con naturalidad bovina y sin rechistar. Es posible que haya sido un caso excepcional, pero este ensayo general de pastoreo puede servir de paradigma para animar e indicar a los totalitarios del mundo el camino a seguir. No hay que olvidar que lo hacen por nuestro bien. Glub.