La ejemplaridad del Parlamento

El Parlamento no es un lugar de acuerdos y consensos. Hombres avaros, maleducados, incultos y malignos establecen límites y prohibiciones bajo el nombre de leyes.  Se hacen preguntas y se contestan agriamente estupideces. Es el escaparate perfecto de la inmoralidad, como una escuela del infierno retransmitida por televisión. Cada vez más lleno de grupos de presión que defienden intereses parciales, no representa la unidad política del pueblo, sino la mezquina fragmentación de intereses. Ganan siempre las minorías parásitas de regiones infames en un mercadillo apestoso donde se venden trozos de un país.
   Encontramos en vosotros, parlamentarios enfangados en el guano, ejemplo y razón del mal.



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