El único (y su propiedad)

Soñé que los ministros juraban sus cargos. Algunos sobre la Biblia, otros sobre la Constitución y algún otro sobre una etérea seguridad jurídica que emanaba de no sé dónde. Pero cuando desperté, comprobé que casi todos estaban jurando sobre El Príncipe, de Maquiavelo, y uno de ellos sobre El único y su propiedad, de Stirner. Volví a dormirme, aterrado, porque ya no sé qué voy a encontrarme cuando despierte.



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