Teología política

Era un aficionado al pensamiento. Con excepciones, vista desde fuera, su existencia parecía aburrida. Al sentir como un estorbo para su pensamiento cualquier cosa que le sacara de su rutina, huía de la acción y de la aventura. Se definía a sí mismo como un asceta burgués contemplativo que escucha hard bop y cool jazz. Lo de burgués era por llevar la contraria a George Sorel y a Georg Lukàcs. Su lema era «Lean a Platón y, después, critíquenlo». Aquel día estaba un poco confuso tras la lectura del libro Teología Política, de Carl Schmitt. No obstante, recordó a Sexto Empírico y terminó reconociendo que ambos compartían lo esencial: eran tan escépticos que solo comportándose como saltimbanquis podrían hacer algo en la vida. Uno se dejó persuadir y el otro decidió ser decisionista, algo que por otra parte ya venía practicando antes de calificarse como tal. Exactamente igual que hace todo el mundo, aunque sin darse cuenta.


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