Desde la ventana

Observa perplejo la vida desde la ventana de su habitación. Sabe que sois demasiado crédulos. He conocido a pocas personas que valoraran tanto el silencio. Él solo se permite abrir la boca, aterrado, cuando tiene algo sumamente importante que aportar. Generalmente para arrepentirse después. La cháchara en sí misma no requiere diálogo, piensa, solo pretende realzar la presencia del monologador, individuo que no suele escuchar porque su ánimo exige existir para los otros, aunque sea como hastío o simple molestia. Pero, por otro lado, ¿qué sensación produce un hombre en silencio junto a otros hombres que hablan y a los que mira con aire de suficiencia, terror o exasperación? ¿Qué pretende? ¿Que la cháchara sea acribillada por los silencios? Todos los días intento algo, le oigo decir. Un hombre que solo piensa en imágenes no puede filosofar. Unos silencios producen malentendidos y, otros, son transparentes, pensaba el otro día mientras hacía la comida. El lenguaje revela. La cháchara desvela. Es mejor preguntar y preguntar. Es casi seguro que, con el tiempo, deja uno de entender la pregunta, y por fin logra desembarazarse de ella.



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