Tacet, de Giovanni Pozzi

Otro libro que, en vez de callar, nos vuelve a sumergir en el batiburrillo de la intuición mística. Intuición que solo los grandes poetas se han ganado el derecho a retratar. Se inicia con la soledad para continuar con la palabra y el silencio hasta alcanzar la contemplación, algo que seguimos sin saber qué es. El autor, acaso impotente y avergonzado, ni siquiera se esfuerza en ilustrarnos con la metáfora o el símbolo. Le sigue el descenso, la «bajada aniquilante». La soledad se aborda, tautológicamente, desde el ser solo consigo mismo: «La soledad es inaccesible cuando se la busca, y se vuelve insoportable cuando se es presa de ella». «Solo es capaz de soledad el individuo que sabe sustraerse a la banalidad cotidiana, lo cual implica una huida de la sociedad humana». «El sujeto corre el peligro de ahogarse en el fango de la objetivación de sí mismo». «La celda y el libro son las estancias de la soledad y del silencio». «Amigo discretísimo, el libro no es petulante; solo responde cuando se le interroga y no urge a continuar cuando se le pide hacer un alto. Repleto de palabras, calla».
   El librito se lee en media hora, razón por la que, creo, el autor no tuvo espacio suficiente para explicar por qué no, siguiendo sus propios consejos, renunció a publicar esta colección de viejos tópicos.




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