Ricardo, miembro de la Asociación de Gente Aburrida, piensa que al universo le bastaría con ser simple información emitida y recibida. La imagen metafísica de la objetividad coincidiría exactamente con el punto de vista de Dios.
   Desde luego no cree en la marcha de la historia humana como sucesivos despertares a la conciencia. Cuando el hombre perdió su ingenuidad, la lucidez comenzó a percibir un cosmos desordenado. La conciencia se conformó con ser una mirada irónica del mundo. Una visión sospechosa y, a la vez, una esperanza fantasmal en un mundo ordenado superior e inalcanzable. Un Edén de donde sacan sus agravios comparativos los existencialistas y los indignados.
   Tragedia ayer, trivialidad hoy. Estrabismo.
   Se queda callado durante varios minutos y añade: Lo malo de escribir es ir dejando evidencias de estupidez. Hay que narrar sin describir, confiesa. O, al menos, que no se note. Y dejar de lado a los consumidores de anécdotas, no vaya a ser que los paladeadores de reflexiones simplemente nos ignoren.
   La lógica del azar es muy agradable, piensa el aforista. Sigue sin saber en qué gastar el dinero; solo lo usa para no trabajar.

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