Cierro lo ojos mientras saboreo el café y dejo descansar la vista ante la irregular Esta bruma insensata, de Vila-Matas. Veo que estoy ya contra la pared. Por eso me acuerdo de Sloterdijk cuando aconseja «siempre dar un paso atrás. Ese acto te permite convertirte en observador. Sin una cierta distancia, sin una cierta simplicación la actitud teórica es imposible». Me lo imagino diciéndolo bostezando. También es verdad que pensar de verdad cuesta y tiene algo de doloroso y de angustioso cuando rozas los límites del yo y de la autoconciencia, afirma su entrevistador. «Para Platón, de una tradición distinta, pensar es el placer más elevado. Esto por una razón: la esencia del pensamiento es recordar y lo que debes recordar es el hecho de que hemos estado muy cerca de la esencia divina y lo único que has de hacer para eliminar los obstáculos que no te permiten alcanzarla es recordar claramente». El resumen platónico es magistral y me reconcilio con Sloterdijk. «Es un error presuponer que la gente te querrá por tus opiniones». Para intentarlo se inventó Twitter. Dice que está a punto de publicar un ensayo sobre el arte de inventar a Dios: «la teopoesía lo llamo». Y se queda tan pancho.
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Cada yo es límite de un mundo al que no pertenece: no lloréis, hijos, que todo podría ser mentira. Todo es misterio y claridad extrema.
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