Afuera ladra un perro. Mientras, pienso en la gente que ahora pensará que ha votado mal. Es muy poético sentir que uno ha votado mal. La poesía puede servir para tratar aquello de lo que no se puede hablar. Por eso pensé que siempre es para huir por lo que cerramos con llave. Y aquello que no puedo medir ni pesar me convence. Hace mal el filósofo en perseguir al poeta. Si cree que la filosofía es un intento incansable de dañar la estupidez es que sufre de desorientación odisíaca. Lo peor que le puede ocurrir a un alma es convertirse en carne. Amanece y no paro de hablar, entre las dos orillas. Nadie me saluda, nadie me molesta. Afuera sopla el viento y ladra un perro.








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