Cuenta Tatarkiewicz en su monumental Historia de seis ideas que tanto el concepto de τέχνη, en Grecia, como ars en Roma y en la Edad Media, incluso en el Renacimiento, significaba destreza que se requería para construir un objeto, una casa, una estatua o un cuadro, gracias al conocimiento de unas reglas. No existía arte sin reglas. Por tanto, comprendía no sólo las bellas artes, sino también los oficios manuales. Si su práctica requiría solo esfuerzo mental eran consideradas artes liberales; si también precisaban de un esfuerzo físico eran vulgares. El arte del escultor, que exigía un esfuerzo físico, era para los antiguos un arte vulgar, como le ocurría a la pintura. La poesía, sin embargo, era un tipo de filosofía o profecía, y no un arte. El poeta era un profeta, no un artista, dada la supuesta inspiración de las Musas. Platón era tajante: «el arte no es un trabajo irracional» (Gorgias 465A), es decir, «a lo que está desprovisto de razón yo no lo llamo arte».


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