Igualdades

La igualdad como fin en sí mismo es nefasta y solo conduce a una drástica reducción de la libertad. Ayer asistí perplejo a un nuevo episodio de la dictadura de lo políticamente correcto. Una ceremonia simplista, donde se han confundido correlaciones con causalidades, y que lógicamente ha concluido en un diagnóstico erróneo, inmersos como estaban en el contagio emocional y la cobardía de los discrepantes. Yo prefiero la diferencia, porque —¡atención, novedad!— no siempre es producto de la discriminación, como ayer nos intentaron hacer creer. Creo en la tendencia hacia la igualdad de oportunidades pero también en la libre elección de objetivos, méritos, esfuerzos, ambiciones o conformismos. Odio la manipulación de la izquierda siempre oportunista, la que insulta al que discrepa, esa que mientras abomina de la brecha salarial, la utiliza para ahondar en la brecha ideológica con fines electorales. Nos conocemos todos ya muy bien.


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