Revista de Occidente

Parafraseando a Gómez de la Serna, en la vida hay que ser un poco tonto porque, si no, lo son solo los demás.

Leo en Revista de Occidente dos textos de Berlanga y Azcona, uno inédito, Las cuatro verdades, y el otro, el guión original de Siente un pobre a su mesa, que daría lugar a Plácido, ambos muy recomendables.

En «Salinger o la adolescencia definitiva», Miguel Saralegui señala que el autor de El guardián entre el centeno es el primer testigo de una sociedad adolescente, donde los límites que separaban las distintas etapas de la vida han quedado desdibujados. La adolescencia ya recorre toda la vida del hombre que se declara irresponsable para tomar ventaja. En una sociedad así la culpa es siempre del adulto-padre llámese este EE.UU., la casta, la banca o las multinacionales.

Leo luego una pequeña y excelente obra de teatro de Antonio Garrigues Walker acerca del «Primer Congreso Mundial de la Incertidumbre», donde un gran poeta arruinado, profesor de melancolía y otras debilidades, denuncia que ya no existen ni los mapas ni las brújulas: «sin ambición y sin codicia, la vida es una mierda "pinchá" en un palo». Siempre quedará la huida para quien no sabe adónde va: «Ya tenemos toda la nada. [...] Vayamos a vivirla íntegramente».

En fin, este número de la Revista de Occidente me recuerda que, aunque me he ido aislando y aislando y aislando, todavía puedo hablar de algo.


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