Carencias

La razón triunfa con habilidad al reconocer que, a veces, funciona de manera irracional. 

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Tengo, al menos, dos sistemas de pensamiento: uno es consciente, reflexivo y lento; otro intuitivo, emocional y rápido. Uso el lento para algunas tareas como las matemáticas, la filosofía y demás rompecabezas. Pero, sin darme cuenta, utilizo mucho el sistema automático, emotivo, más rápido y que consume menos energía. A menudo, creyendo tomar decisiones conscientes y racionales, sigo impulsos o sesgos automáticos. 

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Cualquier problema ético, insoluble por la inteligencia, es resuelto inmediatamente por todo lo que no es inteligencia. 

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Mi sistema consciente cree llevar el timón, pero no es así. Más que timonel parece un pasajero que silba acodado en la borda.

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Cuando intento hacer conscientes mis convicciones automáticas me canso, me frustro y desenfoco otras cuestiones de igual o mayor importancia. Prefiero el taoísmo al budismo.

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La verdad es una excepción a la que se tiende pero que no resiste como meta. 

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Dios es la ausencia más interesante que existe, el hueco que más llena. Acaso porque lo desconocido suele teñir de variados colores a lo conocido.