I would prefer not to

No puedo evitar acordarme del muy conocido relato de Herman Melville, Bartleby, el escribiente, porque describe a la perfección la situación política de España. El jefe solicita a Bartleby que realice una tarea, pero este simplemente contesta: «Preferiría no hacerlo», y no cumple la orden. A partir de ese momento, cada nuevo encargo queda sin realizar con la misma inabordable excusa: «Preferiría no hacerlo».

Uno llega a sentir mucha empatía por este antihéroe, quizás porque Melville tuvo la sutil precaución de hacerlo extremadamente educado. Sería difícil resultar simpático diciendo «¡No, no y no!, ¿qué parte del no no has entendido?».

Conviene recordar que calquier partido político tiene como función primordial el llevar al máximo su influencia en el gobierno. Solo cuando no se tiene suficiente respaldo, no queda otra que resignarse a estar en la oposición esperando futuras oportunidades.

Los aficionados al ajedrez saben muy bien que las casillas situadas en el centro del tablero tienen un valor superior y su dominio es estratégico. La repetición de las elecciones ha vuelto a colocar al PSOE en el centro del tablero, con la posibilidad de explotar una enorme influencia tanto a su derecha como a su izquierda. Pues bien, prefiere no hacerlo, ha decidido ser un cero a la izquierda, ser un partido inútil, acaso, porque lo único que cree saber hacer es abusar de su manido gancho de izquierda, es decir, criticar los recortes de Rajoy que, de existir, ellos mismos comenzaron.

El relato de Melville fue precursor de la literatura del absurdo. El PSOE ha decidido convertirse en el Bartleby de la nueva política del absurdo. Samuel Beckett o cualquier surrealista podría firmar esta tragicomedia.

No sé quién será capaz de votar a un Bartleby para futuro presidente del gobierno. Yo, desde luego, preferiría no hacerlo, porque Bartleby murió por inanición, justo igual que otro famoso asno, el de Buridán.



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