Ápices

Excelente temperatura, aquí en las cimas, once grados y una alta humedad, nubes y claros. El paraíso.

Me dedico a no hacer nada. Normalmente los que nunca nos aburrimos somos vistos como personas muy aburridas.

Me preparo unas lentejas con chorizo. La pereza es la epojé de la acción, un escepticismo quietista. Me falta comino.

Cuando termino de comer, me tumbo en la hamaca. A veces creo que me sobra el yo.

Me despierto de la siesta y salgo a por agua para lavar los platos. Pasa el agua fría entre mis dedos. La materia es una alucinación del espíritu. Como idealista, he perdido la fe en el dogma materialista y corpóreo. La materia es para mí una especie de sutil desarreglo espiritual, que ha acabado convirtiéndose en una alegoría demasiado perfecta. Eso tan sólido, tan material solo es una conjunción de causas inmateriales, una hipótesis innecesaria para un idealista coherente, un dogmatismo redundante de pleonasmos. La materia solo adquiere solidez gracias a nuestra fe en ella y porque actuamos "como si" de verdad existiera, disimuladamente.

Como relativista, soy un náufrago del absoluto. Algo falla.


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