La puerta
Sueño que soy Sísifo. Vivo en una habitación cerrada donde no hay puertas ni ventanas. Solo paredes, suelo y techo. En el centro de la habitación hay una rampa y una bola de madera de unos cuarenta kilos. Al lado un catre, un retrete y un lavabo. Como no tengo nada mejor que hacer, me entretengo subiendo la piedra por la rampa. Cada día lo hago mejor, incluso me cronometro y voy batiendo mis propias marcas. Termino agotado y por las noches me duermo profundamente. Hay días en que no encuentro razones para subir la piedra, pero entonces mi cabeza se embota, todo pierde su sentido, y las noches las paso insomne e inquieto, medio enfermo.
Me despierta el crujido de una puerta pero inmediatamente sigo soñando que soy Sísifo. Vivo en el mismo lugar, pero en una de las paredes hay una puerta, o al menos, yo veo una puerta. En realidad no sé si hay una verdadera puerta o es una puerta pintada. No lo sé y creo que no quiero saberlo porque nunca me acercaré a la puerta. Ya no hago las mismas cosas, la mayor parte de los días me dedico a estar tumbado en mi catre pensando en la puerta, en su inmensa presencia. Desconozco si algún día me atreveré a intentar abrirla, creo que no, pero me entretengo pensando en ello. No podría soportar que solo fuera una simple pintura.
Me despierto tarde y con mucha hambre. Como no me gustan las moralejas, voy a la cocina a desayunar pero, cuando abro la puerta del frigorífico, contemplo horrorizado que no tengo leche.
Me despierta el crujido de una puerta pero inmediatamente sigo soñando que soy Sísifo. Vivo en el mismo lugar, pero en una de las paredes hay una puerta, o al menos, yo veo una puerta. En realidad no sé si hay una verdadera puerta o es una puerta pintada. No lo sé y creo que no quiero saberlo porque nunca me acercaré a la puerta. Ya no hago las mismas cosas, la mayor parte de los días me dedico a estar tumbado en mi catre pensando en la puerta, en su inmensa presencia. Desconozco si algún día me atreveré a intentar abrirla, creo que no, pero me entretengo pensando en ello. No podría soportar que solo fuera una simple pintura.
Me despierto tarde y con mucha hambre. Como no me gustan las moralejas, voy a la cocina a desayunar pero, cuando abro la puerta del frigorífico, contemplo horrorizado que no tengo leche.