Oscuridades

Dice Tavares que una frase es un espacio entre dos puntos que hay que utilizar de forma responsable. Él solo abre una frase si tiene algo que decir e intenta decirlo lo más rápidamente posible y callarse. Si dice algo en veinte palabras y consigue dejarlas en diez, mejor. Si logra la misma idea en menos espacio la frase adquiere una potencia que permite la interpretación, permite respetar al lector como persona inteligente, que imagina y construye su propio mundo. La lectura no consiste solo en leer un texto sino en levantar la cabeza; ahí empieza realmente buena parte de la creación. Si el libro es muy exhaustivo, didáctico, explicativo, no queda nada para el lector. Pero si una frase tiene una intensidad que nos hace levantar la cabeza, empieza algo que te lleva a imaginar, a asociar. La potencia de la frase depende de concentrar lo esencial.

     A Umberto Eco le hubiera gustado escribir todo lo pensado una tarde cualquiera. Habría muchos, según él, que inventarían teorías siniestras tratando de descifrar el mensaje oculto en su historia. Es imposible, pensarían, que este sólo esté diciendo que nos estaba tomando el pelo.

     No sé por qué pero me estoy imaginando a James Joyce haciendo mutis. ¿Acaso creía, como Ramón Llull, en el poder didáctico de lo oscuro?: «Cuanto más oscuro es el símil, más altamente entiende el entendimiento que aquel simil entiende». Cuestión que han compartido los autores herméticos y de la cual se han aprovechado impúdicamente algunos sofistas célebres.


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