Abandonos

Fernando Bécil no vino. Lástima, me quedé con alguna pregunta que hacerle. No obstante, intrigado como estaba por todo aquel extraño asunto de los libros y el mensaje, me dediqué a investigar la misteriosa frase que decía: Todo es misterio y claridad extrema. Google me informó de que se trataba de un verso del poema  "Vuelve la Navidad" de Miguel Martí i Pol, que dice así: Vuelve la Navidad / el árbol despierta sueños / y el viento escribe líneas de luz por encima de la piel del agua. / Todo es misterio y claridad extrema. / Vuelve la Navidad y vuelve la pregunta / ¿proclamaremos la Paz?

Decepcionante, un extraordinario verso en mitad de un poema navideño, con todos los tópicos esperando el asalto hermenéutico.

Para distraerme me pongo a leer uno de los libros que llevo en la mochila y que versa sobre San Benito de Nursia. Dice el autor que el santo no fue un fracasado que huyera del mundo sino alguien que sabía muy bien lo que hacía. Tal afirmación es imposible de asumir y, lo que es peor, me resulta demasiado antipática. El autor no debería haber escrito semejante barbaridad. Cómo alguien pretende hacernos creer que el santo era ajeno a la duda, cuando ni siquiera Jesucristo se mantuvo seguro de sí todo el tiempo: ¿Por qué me has abandonado? A partir de ahí mi lectura se deshace, comienzo a sentir desasosiego, un ligero malestar perturba mi alma y un cosquilleo en la nariz me hace estornudar. No sin esfuerzo consigo que aparezca un camarero al que pido un zumo de naranja y la cuenta. Me hace la pregunta de siempre: ¿natural? No, le respondo, de bote o de tetrabric. Intento continuar con mi lectura que ya no es tal pues miro hacia el libro con una mezcla de resentimiento y sospecha, como si advirtiera su intención de traicionarme de nuevo. Me temo que nuestra amistad es imposible, pienso, voy a abandonarte. Coloco el libro sobre la mesa y escribo en una de sus páginas en blanco: Certitudo salutis. Dejo el libro en la silla y no sobre la mesa —así evitaré que alguien se dé cuenta de mi olvido y me haga volver a por él— y salgo del bar con un ánimo excelente, porque ¿puede existir una certeza parcial sin tener la certeza de la totalidad? No hay que olvidar que todo lo que no sea escribir una hagiografía de las insuficiencias y fracasos suele sonar un poco cursi.

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