Medea, de Lars von Trier
El drama de Eurípides contado magistralmente. Sublimes imágenes oníricas, borrosas, de tonos sepias, oscuras, góticas, poéticas, lúgubres, dramáticas. Los sonidos, como en Tarkovsky, son los otros personajes: el agua, el crujido de las maderas, los pasos, el viento... Y el canto de los pájaros, siempre presente, constante, incluso en los momentos de mayor dramatismo, simbolizando una naturaleza, una mirada divina, siempre impasible y aparentemente ajena ante el sufrimiento humano.
Me vienen a la memoria estos versos de Juan Ramón Jiménez:
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.