Los engranajes de Akutagawa

Hoy ha llegado al Freewill el libro Vida de un loco. Tres relatos, de Ryûnosuke Akutagawa. En vez de colocarlo en los estantes, me lo he reservado para leerlo tranquilamente dentro de un rato. En realidad, me interesa el relato titulado "Los engranajes", escrito en primera persona. No puedo evitar sentir placer cuando leo sobre seres que rozan la locura. Akutagawa (Tokio, 1892-1927) fue ensayista, poeta, cuentista y profesor. Pasados los treinta enfermó gravemente, padeciendo crisis nerviosas, alucinaciones visuales y ataques de angustia y optó por vivir prácticamente recluido. Un año más tarde se suicidó ingiriendo veronal.






Salgo del Freewill ligeramente deprimido. Intento pasear durante un rato, pero no me concentro. Llevo bajo el brazo el libro de Akugatawa. Entro en un bar y pido un whisky con agua. Moe hubiera respondido que su whisky es whisky con agua. Miro al camarero y no se parece en nada a Moe. Este es remilgado y orgulloso de su trabajo. No me lo imagino diciendo aquí no viene nadie a divertirse sino a intentar calmar una terrible adicción.

Ya debe de ser de noche. Después de tres whiskys salgo ligeramente mareado del bar y la noche, con un intenso viento del este, algo que no soporto, me amenaza. Salgo a la calle y decido visitar a un anciano escritor que trabaja solo en el ático de un viejo edificio y que dedica casi todo su tiempo a escribir, la lectura y la oración. Me gustaría que me dijera que cree en los demonios. Entonces yo le preguntaría:  ¿y por qué no en Dios? Si crees en las sombras, no entiendo cómo haces para no creer también en la luz.

Llamo al timbre pero no hay nadie. Me temo que el viejo solitario ha salido de su enclaustramiento o bien ha muerto. Al rato se me ocurre que quizás se haya ido la luz.

Decido regresar a casa. Pero ir a ese lugar significa la muerte para mí. Después de muchas vacilaciones me pongo a leer a Akutagawa para distraerme, sentado en un banco mugriento. A mi lado todo el mundo camina despreocupadamente, con indiferencia, como si fueran ajenos a la caída. En el cuento, el protagonista lee la Historia de la literatura inglesa de Taine y lee sobre la vida de los poetas. Todos habían sido desdichados. Encuentra un bar y trata de abrirse paso para entrar. En el atestado bar había un humo denso, y algunos jóvenes, que parecían artistas, bebían sake. De inmediato se siente inseguro y retrocede sin haber siquiera transpuesto la puerta. Descubre que su sombra oscila sin razón de derecha a izquierda. Y la luz que brilla sobre él, extrañamente, es roja. Se detIene. Pero su sombra sigue oscilando de un lado a otro como antes. En la calle, la brisa nocturna que sopla fortalece su ánimo. Un pequeño cartel blanco en el alero de un negocio le inquieta. Era el sello de una marca, unas alas pintadas sobre un neumático de auto. Le recuerda a Ícaro con sus alas artificiales. Su intento de volar alto, sus alas derretidas por el calor del sol, su final, ahogado en el mar.

Sigo paseando. Observo las luces de las ventanas. También allí debe de haber una familia, hombres y mujeres viviendo juntos. Hablándose, mintiéndose, soportándose y amándose. No sé, no sé.

Gradualmente, las moscas semitransparentes entorpecen mi visión. Temiendo que estuviera próximo mi momento final, sigo caminando, manteniendo rígido el cuello. La jaqueca se va apoderando de la parte superior derecha de mi cerebro. No llevo en ese momento ninguna pastilla de Forvey y el clavo se va hundiendo cada vez más hondo entre mis neuronas, entre martillazos cíclicos.

Al cabo de unos treinta minutos estoy en la planta alta de mi casa, descansando la espalda y padeciendo una aguda jaqueca, con los ojos fuertemente cerrados.

Recuerdo el final de "Los engranajes": Fue la experiencia más aterradora de mi vida… ya no tengo fuerzas para seguir escribiendo. Es inexpresablemente doloroso vivir en este estado mental. ¿No hay nadie que venga y me estrangule en silencio mientras duermo?

ぼんやりとした不安. Bonyaritoshita fuan, "sombrío desasosiego".

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