¿A qué te dedicas?

¿En qué trabaja usted? ¿Qué está preparando?

¿Acaso se hubiesen atrevido a abordar así a un Pirrón o a un Lao-tsé? Las preguntas que no se hubieran podido plantear a nuestros ídolos, no concebimos que nos las planteen a nosotros.


Cioran, El aciago demiurgo.



Echo de menos el reconocimiento vano que me procuraba.Triste máscara que llenaba los vacíos que hoy ven en mí los demás. Dar explicaciones agota. Por eso es bueno, para tener coartadas simples, llenas de normalidad. De repente, te encuentras sin disfraz, y eso exige contundencia. Se compadecen de tu triste estado ocioso y, si ofreces explicaciones, generas aversión. ¿Que qué hago todo el día? No perder el tiempo. Tampoco ganarlo. Yo sí sé lo que tú haces. Me observan las víctimas, culpables de su inconsciencia, obligadas a ocuparse únicamente de la supervivencia y a no pensar en nada más, inválidas para subir un peldaño que permita una visión global para una simbólica estrategia de salvación o, al menos, de cierta liberación. 

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