Diario de galera





"Por la noche me despierto sobresaltado por la desesperante falta de contenido de mis días". Esta falta se compensa con mis noches de sueños maravillosos, cada vez más interrumpidos por la publicidad. “Apuntar los hechos de la vida me aburre, al margen de que mi vida apenas cuenta con hechos dignos de ser apuntados (...) Mi ideal es un hombre delgado —Duchamp, por ejemplo—, al que no le interesa nada salvo su manía (...) Leo a los filósofos no tanto por sus sistemas, sino más bien por sus frases relativas (...) Existe un modo de pensamiento serio y otro poco serio. El serio está representado por los intereses, los poderes del Estado, los negocios, la policía secreta y el principio de poder que rige en un momento dado. El poco serio, por los artistas, los filósofos, los poetas, los santos: los que no cuentan”. El artista crea por necesidad imperiosa de vomitar. Quien tenga miedo del folio en blanco que se dedique a otra cosa, todos se lo agradeceremos. “Un señor mayor, delgado, fumador de cigarros, avanza por la calle con mirada distraída (Marcel Duchamp). Pronuncia palabras medidas con semblante severo, frases sabias, concisas, definitivas de un (verdadero) poeta. Le interesa el ajedrez y la expresión pictórica, nada más. La casi dolorosa atracción de una vida así; al margen del mundo, al margen del tiempo.” Dijo James Joyce que la historia es una pesadilla de la que estamos intentando despertar. Para Thomas Pynchon, la historia es una pesadilla, sí, pero de lúcidos soñadores. Me temo que soñadores conscientes de su sueño, con o sin esperanza en la vigilia. Es mejor dejar la lucidez a un lado, ya se percibe el desorden bastante bien sin necesidad de su fantasmagórica presencia. “Aquí, la cuestión no reside sólo en saber si «vale la pena vivir la vida», sino también en saber si vale la pena vivirla con la conciencia lúcida”. Un ejemplo de pensamiento supuestamente lucido: “esa falsa alegría con que se habla de un acontecimiento tan escandaloso y en absoluto natural como es el nacimiento de un bebé del cuerpo de su madre, a través de sus órganos genitales”. El pesimismo es creer que la lucidez aprecia lo real. Hace falta mucho conformismo para no confundir realidad y su asimilación. Ingenuo aquel que lo entiende todo demasiado pronto. Sorprende que sus ojos no se entornen con aires de sospecha. Vivimos porque el no vivir no está a nuestro alcance. “¡El ser humano! Vive pero no dispone de su vida; piensa, pero no sabe nada; vive en el rebaño, pero es un individuo; es un individuo, pero no es capaz de vivir solo; pertenece a la naturaleza pero, la destruye con el fin de transformarla para el bien de la sociedad; y con su trabajo devasta tanto la naturaleza como la sociedad. Lo peor, con todo, es que se impone leyes que luego es incapaz de cumplir: así, se ve obligado a vivir en la mentira y el desprecio a sí mismo.” El hombre que funciona es el hombre enfermo. No vive su realidad sino únicamente su función. Recuerdo a Homer, "el trabajo es mi identidad". La verdad es muda pero ellos aseguran que oyen voces. Hablan de realizarse, ¿cómo personajes de una tragedia insulsa? Nadie que quiera evitar las humillaciones puede trabajar. La opción de transmutarse en personaje de una aburrida obra de teatro cotidiana y extenuante es un placebo. “Lo que la gente imagina como felicidad. Su felicidad —creen— es el polo opuesto del sufrimiento, su felicidad es lo que excluye el sufrimiento. ¡Pobres desdichados!”. El héroe verdadero siempre fracasa. Ese es su ejemplo. Nunca se adapta. Su ánimo es dominante. Excepto Ulises, héroe menor, astuto, humano. El origen de la moral está en el fracaso y el sufrimiento. El hombre está atado a la existencia por su voluntad no por su ser que es un estar queriendo. "No podemos calificar de subconsciente aquello que domina la conciencia". “Qué trampa es el nihilismo, siempre dispuesto a aprovechar que las mentes extraordinarias, pero no fuertes, no dejan de sospechar de sí mismas y se dedican, por ende, a participar en su propia destrucción, como si de este modo demostraran su fuerza”. El único que no tiene razón es aquel que dice no creer en nada. Nadie que no crea puede razonar. "La razón es en el fondo irracional (...) los escépticos y los ateos tienen razón", por eso sus conclusiones son falsas. "El ser humano es la mala conciencia de Dios". La nada es un algo oculto tras su nombre. “El ser humano es como una figura que ha adquirido vida en un tablero de juego: sabe que el tablero no es «real» (para él), sabe que están jugando con él (aunque no conoce del todo las reglas), pero ignora el objetivo del juego, y está a merced de la mano revoltosa del niño que lo empuja de aquí para allá, lo estropea y quizás incluso lo tira”. Dios existe porque alguien tendrá que reír el último. La decadencia de una civilización se manifiesta cuando ningún valor es más importante que la vida. La objetividad es la mirada de Dios. Ningún hombre puede asegurar que Dios ha muerto desde se ridícula subjetividad que cree objetiva su simiesca mirada. La vida espiritual es solo una sospecha, que rápidamente se diluye en compañía. "Con la edad, dice Goethe, tenemos que volvernos místicos".



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