Carlos de Hita
http://www.elmundo.es/especiales/2008/05/ciencia/sonido_naturaleza/archivo.html
(...) en el campo, me gustan las horas extremas del día, al amanecer y mejor aún en el crepúsculo y por la noche, cuando las formas desaparecen y la imagen tiene que ser sonora.
(...) En plena noche en la selva, en Camerún. Estridencias opresivas de las chicharras y demás insectos; unos gritos estremecedores desde las copas de los árboles –en realidad un inofensivo damán arbóreo-, oscuridad total, sin sombras ni estrellas. La atmósfera húmeda favorece la propagación de sonidos muy distantes. Todo lo que se percibe es desconocido e inquietante, lo que produce una sensación de desvalimiento total.
(...) Las Tablas de Daimiel, noche fría y estrellada de invierno; noche de helada. Llevo varias horas sentado en la orilla del río Guadiana en el punto en que se desborda para formar una tabla, una laguna abierta. Delante, a unas decenas de metros, se escuchan los ronroneos y los silbidos de unas grullas en su dormidero. De vez en cuando, en el silencio de la noche, alguna de ellas se alarma y lanza unos trompeteos agudos, que se reflejan como un eco en la lámina de agua. Y de pronto, cuando me creo en la más absoluta soledad, un zorro, que tampoco se ha percatado de mi presencia, empieza a ladrar a pocos metros a mi lado, no más de diez; ladra quizá porque está en celo; o quizá ladra a la noche.
(...) La principal equipación para la grabación de campo es una infinita paciencia, la capacidad de aburrirse con gusto a la espera de que pase algo.