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Desde entonces odia el capitalismo

Juanjo Barral escribe: "Tan sólo había que juntar tres piezas. Tres piezas tan sólo para conseguir el premio. Conste que no me daba más por los tigretones, aquellos pastelitos industriales tan azucarados y empalagosos (teniendo un padre pastelero en cuyo obrador me habían acostumbrado a la excelencia). Pero, ay amigo, con cada tigretón venía un cromo, uno de los tres que formaban el kart, el sueño más deseado de todas nuestras infancias. Ingenuamente pensaba con 8 años que tendría que comer pocos, que a fin de cuentas sólo tres piezas serían presa fácil en el juego multiplicador de las probabilidades y los peces. Pero el capitalismo jugaba también con nuestra inocencia. Porque compraba y compraba, comía y comía tigretones y siempre salían los mismos cromos, las mismas dos piezas del kart. Y es que había una tercera que no conseguía por más que compraba, por más que comía. El caso es que tardé varios disgustos y una perforación de estómago a la vista, hasta que me convencí de que n

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