La nueva filosofía de la ciencia

 


La fuerza de Sócrates consistía en desvelar las inconsistencias de un discurso o de una afirmación. Por eso ametrallaba a preguntas a sus incautos adversarios. Alguno se dio cuenta de esta estrategia y se marchó a tiempo, dejándole con la palabra en la boca. A continuación, seguiré su ejemplo y afirmaré que la investigación científica consiste en un intento de interpretar la supuesta naturaleza en función de un marco teórico presupuesto. Las revoluciones científicas cambian ese marco teórico.

La doctrina central del positivismo lógico es la teoría verificacionista. Sin embargo, las leyes científicas, formuladas como proposiciones universales, no pueden ser concluyentemente verificadas por un conjunto finito de observaciones. Por eso Carnap propuso reemplazar la noción de "verificación" por la noción más humilde de "confirmación gradualmente creciente". Junto a Hempel y Reichenbach, cree que la experiencia puede confirmar las proposiciones científicas en el sentido de mostrar que sean cada vez más probables.


Pero afirmar que la ciencia descansa sobre cierto conjunto de observaciones indubitables es hacer descansar la ciencia sobre un fundamento no científico. Karl Popper en su Lógica de la investigación científica afirma que no hay proceso de inducción por el que se puedan confirmar las teorías. Para él, una proposición es científica solo si puede ser falsada por la experiencia. La historia de la ciencia consiste en una serie de "conjeturas y refutaciones". No obstante, no puede producirse nunca refutación concluyente de una teoría pues siempre es posible afirmar que los resultados experimentales no son fiables, o que las discrepancias que existen entre los resultados experimentales y la teoría son sólo aparentes y desaparecerán con el progreso de nuestra comprensión.


Todas las verdades lógicas son tautologías. El formalista sostiene que no son verdaderas ni falsas, sino meros juegos simbólicos gobernados por reglas, es decir, son válidas o no lo son. Es lógicamente imposible, para la experiencia, probar o refutar enunciado alguno. La única noción de «prueba» que Popper admite es la deducción lógica. Las relaciones lógicas solo rigen entre enunciados, pero las experiencias no son enunciados, sino eventos psicológicos, y ninguna relación lógica puede regir entre un enunciado y un evento psicológico. Las experiencias solo pueden motivar nuestra aceptación de enunciados básicos, no pueden probar estos enunciados.


La falsación de una conjetura científica requiere la corroboración previa de otra conjetura científica. En la práctica, la falsación tiene lugar sólo después de que los científicos coincidan en aceptar un enunciado básico como adecuadamente corroborado. Desde un punto de vista lógico, la contrastación de una teoría depende de enunciados básicos cuya aceptación o recusación depende, a su vez, de nuestras decisiones. Por tanto, son las decisiones las que determinan el destino de las teorías. El hombre (el yo, el nosotros) es la medida de todas las cosas. El juicio de la comunidad científica juega un papel mucho más importante que el que desempeña la aplicación de reglas formales y criterios efectivos: son consensos y convenciones.


El error de los empiristas lógicos es concebir su propia filosofía como libre de presuposiciones, como si la ciencia manejara sólidos datos de observación y un sólido cuerpo de principios lógicos. Uno de los mitos tradicionales acerca de la naturaleza de la ciencia es que se distingue de otras actividades intelectuales, en particular de la filosofía, por su método. El método científico, se nos dice, consiste en suspender todas nuestras preconcepciones y comenzar la investigación con una búsqueda de hechos completamente imparcial. Evidentemente, el empirismo lógico no es una filosofía libre de presuposiciones.


Para Kant, los supuestos de la ciencia son proposiciones a priori, verdades eternas y necesarias. Para Collingwood, todo conocimiento exige presuposiciones, pero éstas cambian a lo largo de la historia. Cada proposición con significado es la respuesta a alguna pregunta. Podemos comprender el significado de una proposición si sabemos a qué pregunta pretende responder. A su vez, toda pregunta tiene alguna proposición como presuposición, es decir, algo que conozco o presupongo. No puedo hacer preguntas con significado sobre fenómenos de los cuales lo ignoro todo. Las presuposiciones absolutas son la base de toda actividad intelectual; pero, a diferencia de Kant, para Collingwood las presuposiciones absolutas son fijadas según las características de una época dada. Sostiene que ha habido tres presuposiciones absolutas en la historia de la ciencia física: la concepción griega de la naturaleza penetrada por la mente, la primera concepción moderna de la naturaleza sin mente que obra de acuerdo con leyes estrictas, y lo que él llama la concepción «histórica» de la ciencia contemporánea. 


Sólo es posible la investigación una vez que el investigador ha aprendido a ver la realidad en función de la teoría aceptada. Tanto la ciencia como la filosofía de la ciencia constan de proyectos de investigación estructurados por algún conjunto de presuposiciones: sobre la naturaleza de un aspecto de la realidad en el caso de la investigación científica, y sobre la naturaleza del conocimiento en el caso de la filosofía de la ciencia.


La distinción entre conocimiento y creencia ha sido central en la mayor parte del trabajo tradicional sobre teoría del conocimiento; se ha supuesto siempre que las creencias pueden ser tanto verdaderas como falsas, mientras que el conocimiento sólo puede ser verdadero, porque si no, no es conocimiento. Tenemos dos opciones: o bien negamos que exista el conocimiento científico, o bien liberamos a este concepto de la noción de infalibilidad. 


Se puede tachar a este análisis como relativismo o historicismo. Pero la acusación de relativismo pierde toda su fuerza si no se realiza desde una epistemología absolutista (absolutamente ingenua). Una vez que nos libramos de la creencia de que la ciencia puede establecer verdades definitivas y aceptamos, en cambio, que lo más que puede alcanzar es un consenso racional tentativo basado en los elementos de juicio disponibles, llamar a esto relativismo en un sentido despectivo pasa a ser insustancial.


La decisión última en las cuestiones científicas depende de la comunidad científica más que de un procedimiento de prueba impersonal. Introducimos factores subjetivos en el proceso de confirmación. La propia noción de objetividad es inconsistente con la idea de un cuerpo de conocimiento basado en presuposiciones falibles. Mediante la simple alteración de las presuposiciones no sólo cambiamos el cuerpo del conocimiento científico, sino los tipos de preguntas que hacen los científicos y las normas para juzgar lo que es científico. Así, la ciencia se convierte en una construcción convencional que exige que las propuestas sean evaluadas y aceptadas por la comunidad de científicos cualificados. La verificación intersubjetiva es crucial. Pero claro, hay muchas maneras en que puede establecerse un consenso y no está claro que todas sean legítimas. Un consenso puede ser influido e incluso forzado por factores sociales, económicos o políticos: por ejemplo, el ascendiente de un individuo o escuela particular, la disponibilidad de fondos para un tipo particular de investigación, o la prohibición de algunos tipos de investigación por parte de un gobierno u organización religiosa poderosa.


En conclusión,  la ciencia consiste en una serie de proyectos de investigación estructurados mediante las presuposiciones aceptadas que determinan qué observaciones se han de hacer, cómo se han de interpretar, qué fenómenos son problemáticos y cómo han de ser tratados estos problemas. La existencia o no de la emergencia climática es quizá el paradigma actual de esta complejidad tan inabarcable. 




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