Aristogitón y Harmodio, ¿demócratas?
QUIZÁS el origen de la democracia provenga de un asesinato pasional, de una disputa surgida de una trama de relaciones amorosas. Aristogitón y Harmodio asesinan a Hiparco, y cuando Hipias venga la muerte de su hermano organizando una brutal represión, cambia la valoración del régimen tiránico Pisistrátida. Aristogitón y Harmodio pasarán así a ser considerados los libertadores de la tiranía, cuando seguramente solo perseguían fines eróticos o un simple trato de favor.
En Breve historia política de la Grecia clásica, Pedro Barceló y David Hernández de la Fuente recuerdan que el crimen personifica falsamente la vocación antitiránica de Atenas y se fomenta con ello un sentimiento de afirmación democrática. Ideología y mito democrático se entremezclan y se confunden en una simbiosis de ideas, imágenes, consignas, estereotipos del enemigo y una justificación del régimen democrático. El famoso monumento conmemorativo del escultor Antenor, pese a no conservarse ya, ha alcanzado la inmortalidad gracias a copias romanas.
Existe un prejuicio que relaciona la tiranía con la negación de la isonomia, cuando esta era inicialmente una consigna ideológica de la aristocracia. En el «Discurso de las tres constituciones», de Heródoto, se debate acerca del mejor sistema de gobierno. Hay argumentos a favor de alcanzar el de los «mejores» en beneficio del Estado y se analizan los medios que confieren mayor eficiencia para regir una colectividad humana. Ciro fue modelo de gobernantes también en el mundo griego, sobre todo a partir de la obra Ciropedia, de Jenofonte. Sin embargo, los griegos tenían conciencia de que el poder del Rey de Reyes era similar al de un tirano, por su omnipotencia y arbitrariedad.
Pisistrato es un ejemplo de dictador que puede gobernar más o menos bien; sin embargo, el tiranicidio de su hijo es el momento fundacional de la democracia ateniense. Convencidos de la superioridad de su sistema constitucional participativo, los griegos, que se negaban a aceptar la supremacía persa, presentaron una decidida oposición a las ambiciones del Rey de Reyes. Brilló la democracia ateniense en el panorama político griego como el único régimen que había instaurado un sistema representativo y un gobierno con participación armónica de todas las clases sociales.
La implantación y los progresos de la democracia ateniense estuvieron ligados desde el principio a sus éxitos militares. A través de las sucesivas hazañas bélicas de Maratón, Salamina o Platea se había logrado construir un sólido edificio político basado en la participación colectiva del demos ateniense en los asuntos del estado. La gran derrota sufrida al final de la Guerra del Peloponeso supone el derrumbe irreparable de la Atenas democrática. El funcionamiento de la democracia dependía demasiado de la volubilidad de una asamblea sujeta a intereses individuales y también llena de comportamientos problemáticos como peleas, insultos o corrupción. En muchos casos parecía un sistema torpe, poco efectivo por la falta de especialización para hacer frente con agilidad a los nuevos problemas. La acción política se volvía lenta y burocrática. Las decisiones que adoptaba la asamblea tendían a subrayar el precario equilibrio entre los intereses particulares y el bien común. Los procesos legislativos eran problemáticos y la mayoría no solo no representaban la voluntad general, sino que estaba sujeta a influencias de todo tipo y nunca exentas de partidismo o demagogia que llevaron al demos ateniense a las decisiones poco acertadas y al desastre. La asamblea tomaba decisiones terribles, quizá demasiado precipitadas y que luego se demostraban irreversibles.
Además de los prejuicios míticos, la antigua sofística ateniense era la que le proporcionaba la base ideológica y teórica para la fundamentación de la democracia. Aquí irrumpe entonces la grandiosa figura de Platón, que viene a representar la reacción antisofística y contraria a la deriva relativista de la democracia griega y es el primero que intenta dar una fundamentación filosófica a la teoría política. Puede parecer paradójico que el padre de la filosofía occidental haya sido un detractor del que quizá sea el mayor logro político de los griegos, y así Platón ha sido tachado a menudo de reaccionario por pensadores modernos como Popper. La reforma propuesta por Platón es una utopía radicalmente enfrentada a la democracia ateniense cuando ya estaba en una etapa terminal, entre contradicciones, demagogia e injusticia, como demuestra la propia ejecución de Sócrates. Se trata de una reforma desde postulados filosóficos y éticos que quieren desterrar la idea de lo aparente y se basan en la esencia permanente de las ideas de justicia y virtud. Para Platón, solo a partir de la correcta filosofía o del pensamiento teórico se puede considerar lo política y lo éticamente justo. La ley que de ello emana es la que salva al hombre de un estado caótico, tanto por el abuso primitivo del más fuerte como de los desmanes de la democracia. El imperio de tal ley aparece, por tanto, como el auténtico poder mediador.
En Breve historia política de la Grecia clásica, Pedro Barceló y David Hernández de la Fuente recuerdan que el crimen personifica falsamente la vocación antitiránica de Atenas y se fomenta con ello un sentimiento de afirmación democrática. Ideología y mito democrático se entremezclan y se confunden en una simbiosis de ideas, imágenes, consignas, estereotipos del enemigo y una justificación del régimen democrático. El famoso monumento conmemorativo del escultor Antenor, pese a no conservarse ya, ha alcanzado la inmortalidad gracias a copias romanas.
Existe un prejuicio que relaciona la tiranía con la negación de la isonomia, cuando esta era inicialmente una consigna ideológica de la aristocracia. En el «Discurso de las tres constituciones», de Heródoto, se debate acerca del mejor sistema de gobierno. Hay argumentos a favor de alcanzar el de los «mejores» en beneficio del Estado y se analizan los medios que confieren mayor eficiencia para regir una colectividad humana. Ciro fue modelo de gobernantes también en el mundo griego, sobre todo a partir de la obra Ciropedia, de Jenofonte. Sin embargo, los griegos tenían conciencia de que el poder del Rey de Reyes era similar al de un tirano, por su omnipotencia y arbitrariedad.
Pisistrato es un ejemplo de dictador que puede gobernar más o menos bien; sin embargo, el tiranicidio de su hijo es el momento fundacional de la democracia ateniense. Convencidos de la superioridad de su sistema constitucional participativo, los griegos, que se negaban a aceptar la supremacía persa, presentaron una decidida oposición a las ambiciones del Rey de Reyes. Brilló la democracia ateniense en el panorama político griego como el único régimen que había instaurado un sistema representativo y un gobierno con participación armónica de todas las clases sociales.
La implantación y los progresos de la democracia ateniense estuvieron ligados desde el principio a sus éxitos militares. A través de las sucesivas hazañas bélicas de Maratón, Salamina o Platea se había logrado construir un sólido edificio político basado en la participación colectiva del demos ateniense en los asuntos del estado. La gran derrota sufrida al final de la Guerra del Peloponeso supone el derrumbe irreparable de la Atenas democrática. El funcionamiento de la democracia dependía demasiado de la volubilidad de una asamblea sujeta a intereses individuales y también llena de comportamientos problemáticos como peleas, insultos o corrupción. En muchos casos parecía un sistema torpe, poco efectivo por la falta de especialización para hacer frente con agilidad a los nuevos problemas. La acción política se volvía lenta y burocrática. Las decisiones que adoptaba la asamblea tendían a subrayar el precario equilibrio entre los intereses particulares y el bien común. Los procesos legislativos eran problemáticos y la mayoría no solo no representaban la voluntad general, sino que estaba sujeta a influencias de todo tipo y nunca exentas de partidismo o demagogia que llevaron al demos ateniense a las decisiones poco acertadas y al desastre. La asamblea tomaba decisiones terribles, quizá demasiado precipitadas y que luego se demostraban irreversibles.
Además de los prejuicios míticos, la antigua sofística ateniense era la que le proporcionaba la base ideológica y teórica para la fundamentación de la democracia. Aquí irrumpe entonces la grandiosa figura de Platón, que viene a representar la reacción antisofística y contraria a la deriva relativista de la democracia griega y es el primero que intenta dar una fundamentación filosófica a la teoría política. Puede parecer paradójico que el padre de la filosofía occidental haya sido un detractor del que quizá sea el mayor logro político de los griegos, y así Platón ha sido tachado a menudo de reaccionario por pensadores modernos como Popper. La reforma propuesta por Platón es una utopía radicalmente enfrentada a la democracia ateniense cuando ya estaba en una etapa terminal, entre contradicciones, demagogia e injusticia, como demuestra la propia ejecución de Sócrates. Se trata de una reforma desde postulados filosóficos y éticos que quieren desterrar la idea de lo aparente y se basan en la esencia permanente de las ideas de justicia y virtud. Para Platón, solo a partir de la correcta filosofía o del pensamiento teórico se puede considerar lo política y lo éticamente justo. La ley que de ello emana es la que salva al hombre de un estado caótico, tanto por el abuso primitivo del más fuerte como de los desmanes de la democracia. El imperio de tal ley aparece, por tanto, como el auténtico poder mediador.