El conocimiento científico es un estado de conciencia especial
Se trata de un estado de conciencia que surge cuando aplicamos un método fundamentalmente restrictivo. El ingrediente estrella sigue siendo la razón, aplicada a los fenómenos y, supuestamente, verificados experimentalmente. Lógicamente, aquí hay muchos supuestos, muchas creencias implícitas no verificadas, me parece, como una fe desmedida en la inducción, en los axiomas, en la regularidad de la naturaleza, en el tiempo lineal, en la causalidad, en el principio de no contradicción o en una explicación última. Se habla de experiencia y de observación con demasiada ligereza. Aún así, creen ser muy rigurosos y subestiman muchos elementos no racionales que intervienen, solapadamente, en su visión de la verdad.
Desgraciadamente, el conocimiento científico está convirtiéndose en una fuente cada vez mayor de sentido común. La mayoría anotan las “evidencias” científicas sin someterlas a crítica alguna, y las aceptan como verdades, al igual que antes se aceptaban las verdades religiosas reveladas a través de cada una de las escrituras sagradas.
Desde la irrupción de la física cuántica, los físicos han caído en la cuenta de que cuando se "acercan" a la realidad para observarla y medirla de alguna forma, ¡no hay manera de dar un explicación objetiva!, a lo sumo un conjunto de relaciones, un fluir de información.
¿Qué quiere decir que algo está “demostrado científicamente”? El conocimiento científico no es ni más ni menos que una de las tantas formas de conocimiento, ni mejor ni peor que las otras pero con ciertas particularidades. Para ser más precisos, digamos que la diferencia con otras formas de conocimiento está estrictamente en el método, en los pasos que hay que seguir para obtenerlo. La ciencia no solamente es una forma de conocimiento sino también un lenguaje común y unos protocolos comunes.
El conocimiento científico se enfrenta con algunos problemas como la posibilidad de que la causalidad sea una simple correlación, el origen y validez de los axiomas, la inducción como una simple generalización probable, la deducción como mera tautología o la existencia de infinitos causas en cada efecto observado.
Las ciencias experimentales han descubierto que hay muchas premisas convencionales en su propia actividad de verificación o falsación -los a priori-. Kant pensaba que los a priori son iguales en todo el mundo, en todos los hombres. Las cosas podrían existir por sí mismas, pero las conocemos solamente desde el interior de algunos paradigmas, que son históricamente múltiples.
Asimismo, las creencias, valores o intereses del investigador no pueden desaparecer durante la investigación si bien pueden ser controlados suficientemente.
En definitiva, la ciencia es el arte de llegar a conclusiones suficientes a partir de datos insuficientes y lo único que hace es desplazar la interrogación, aunque en medio, en las explicaciones penúltimas es estadísticamente exitosa.
El maestro KUHN nos dijo que el desarrollo de la ciencia, aparentemente acumulativo, no es sino un proceso discontinuo, marcado por revoluciones periódicas. Cada revolución cambia el paradigma, el modo común de considerar los problemas. No hay una meta a la que la ciencia se vaya acercando. No estamos ahora más cerca del mundo "real" y si lo estuviéramos, no tendríamos forma de comprobarlo. El desarrollo científico se basa en "ideas fundamentales" a priori. Las comunidades científicas dependen de vagas apuestas e intuiciones negociadas y "validadas" socialmente por el grupo. La ciencia misma se somete a todo un proceso de convenciones, compromisos y consenso, sobre todo en sus postulados y métodos, no es una herramienta absolutamente lógica. Las teorías incorporan sistemas y relaciones que son refritos a priori. Las revoluciones son cambios en la visión del mundo. La imposibilidad de la verificación total y la sola existencia de la falsación explican que a lo sumo solo puedan encontrarse las diferencias entre las distintas teorías y la experiencia (Popper), por lo que para convencer a un científico no solo es necesaria la lógica sino también la persuasión, utilizar otros argumentos no racionales. El científico no trabaja para el público en general sino para su grupo de entendidos colegas, por lo que asumirá todos los prejuicios del grupo. El paradigma es un conjunto de creencias, valores, técnicas, compartidos por una comunidad. Por lo tanto, la ciencia tiene un gran componente subjetivo e irracional. Hay paradigmas científicos, pero también políticos, éticos, estéticos, metafísicos, sociológicos, creencias en modelos y visiones del mundo, en grupos o sociedades que comparten educación, lenguaje, experiencia y cultura.
Heisenberg dijo: “La solución de los positivistas es muy simple: debemos dividir el mundo en dos partes, aquello que podemos decir de él con toda claridad, y el resto, con respecto a lo cual no podemos decir nada. Pero, ¿puede acaso alguien concebir una filosofía más inútil, cuando vemos que lo que podemos afirmar con toda claridad es poco menos que nada? Si tuviéramos que dejar de lado todo lo que no está claro, muy probablemente nos veríamos reducidos a una serie de tautologías triviales desprovistas completamente de interés”.
Y Giorgio Nardone comenta que “aunque pueda parecer una afirmación rotunda, hoy podemos observar cómo el hombre moderno, ante decisiones difíciles, oscila entre dos posiciones extremas: por una parte el uso de la duda y del sentido crítico para alcanzar conclusiones evidentes, por otra la fe en verdades reveladas —científicas, ideológicas o religiosas—. Sin embargo, con una mirada más atenta se observa que, en realidad, ambas posturas son dos caras de la misma moneda o, si se quiere, dos extremos que acaban tocándose. Del mismo modo que quien delega sus elecciones en una fe protectora y tranquilizadora deberá ajustar cuentas con su propia responsabilidad, quien quiere tomar decisiones libres, fruto únicamente de la elaboración racional, deberá ajustarlas con situaciones críticas que la lógica no podrá resolver, confiándose así a soluciones en absoluto razonables".
Las ideas se tienen, en las creencias estamos, dijo Ortega. La razón flota en un mar de creencias. ¿Qué supone el conocimiento científico para un moribundo, para un eremita?