Homo Tenuis: el capitalismo espectral del anticapitalismo



Una mañana de hipersensibilidad digital me descargué Homo Tenuis como una invitación al abismo, y cuando lo terminé pensé que aquéllo no era un libro, sino una especie de artefacto conceptual de desechos delirantes propio de los que leen los libros que edita Caja Negra.

Francisco Jota-Pérez, que nos habla desde pronombres femeninos, me recordó a esos autores que parecen escribir desde el otro lado del muro. En algún punto —no sabría decir si al principio o al final, porque el libro no sigue una lógica lineal— comprendí que el SlenderMan era menos un personaje que una metáfora translúcida que desaparece dentro de sus propias ficciones. Hay un momento en el que el texto parece suspenderse sobre el vacío, como si la prosa se despidiera de su intención de significado. Y, claro, el lector se va desdibujando.

A mitad de lectura tuve la sospecha —o la esperanza— de que el verdadero mito era el autor. O quizá el lector. O quizá los dos, unidos por el mismo gesto inútil. Al cerrar el libro, busqué en Internet si el autor existía de verdad. Encontré fotos, entrevistas, hasta una firma en una feria. Pero no me convencieron. El autor, o su ventrílocuo, era un quejica perfecto. Francisco Jota-Pérez se presenta como un explorador de los márgenes, un pensador que habita las grietas del capitalismo tardío. Pero, leídas con cierta distancia, sus páginas parecen menos una resistencia que una sofisticada forma de integración. Lo que aparenta ser una crítica al sistema es, en realidad, otro de sus productos: un discurso anticapitalista perfectamente envasado para el mercado cultural de la izquierda contemporánea.

El libro despliega una prosa densamente esquizofrénica, entre el misticismo filosófico impostado y la estética de un abismo sin atractivo, que promete desmontar las estructuras del “capitaloceno”. Sin embargo, esa crítica opera desde la comodidad del anticapitalismo hegemónico, el de la disidencia domesticada. El autor es un aspirante a burgués que equivocó el camino: creyó que la extrema originalidad conduciría al éxito,  pero, en realidad, convirtió su libro en ilegible.

Jota-Pérez, que con 45 años, sigue jugando al Dark Souls, quiere hablar de la disolución del sujeto, de la fragilidad de lo humano, de la necesidad de abandonar el antropocentrismo, pero lo hace desde la retórica cultural dominante que el mismo capitalismo habilita. El supuesto “hombre tenue” no es el nuevo ser poshumano, sino el consumidor posmoderno, satisfecho con su simulacro de rebelión.

Nada arriesga el autor, porque juega en su campo. El libro no propone una praxis, sino una estética del pensamiento rebelde mayoritario. Es, en ese sentido, un producto que satisface la culpa de un público progresista sin pedirle consecuencias. Cada página ofrece la ilusión de subversión sin la incomodidad de actuar fuera del sistema, entre los consumos culturales de un anticapitalismo perfectamente compatible con el último iPhone y un videojuego famoso.

Homo Tenuis no dinamita el mercado; lo decora. Le da una pátina intelectual a la fatiga moral del consumidor deslustrado. En su supuesta radicalidad se esconde la más refinada obediencia: la de quien sabe que, para venderse bien —aunque el libro ilegible no se venda— hay que parecer progre.

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