Breve apunte climático
Durante las últimas décadas, España se calienta más rápido que el promedio global, especialmente en verano, con un aumento notable en las temperaturas máximas. Por ejemplo, el gráfico de AEMET para el Observatorio de Madrid-Retiro muestra un incremento de 3-4 °C en la temperatura media en verano desde 1980, frente a un calentamiento global de aproximadamente 1.1 °C desde la era preindustrial (IPCC AR6). Esto sugiere que las olas de calor en España podrían estar más influenciadas por cambios en la circulación atmosférica que por el calentamiento global directo debido a los gases de efecto invernadero (GEI). Factores como el comportamiento del jet stream, los patrones de altas presiones y las incursiones de aire africano parecen jugar un papel preponderante.
Un estudio clave es el de Kautz et al. (2022) en Nature Communications (artículo 2064), que demuestra cómo el calentamiento del Ártico (0.75 °C por década) debilita el jet stream polar, dando lugar a configuraciones de "doble jets" que bloquean el aire atlántico fresco y permiten la entrada de masas de aire cálido del sur. En verano, estas ondas amplias del jet stream sitúan a España bajo dominios de alta presión, facilitando las incursiones de aire africano. Sin embargo, parece ser que el clima ártico está más controlado por el transporte de calor —a través de corrientes oceánicas como la Corriente del Golfo y flujos atmosféricos— y la actividad solar, que por la retroalimentación de los gases de efecto invernadero (GEI). Aunque la irradiancia solar ha variado poco (<0.1% desde 1978, NASA/NOAA), estudios como Polyakov et al. (2017) en Journal of Climate destacan el rol del transporte de calor atlántico en el derretimiento regional, mientras que la influencia de los GEI (como el metano del permafrost, Natali et al., 2021, PNAS) parece sobreestimada. Datos del DMI (>80°N) muestran una estabilización estacional en verano (anomalías de 0.5-1 °C desde 2012), lo que podría respaldar esta visión, aunque el calentamiento invernal persistiera.
Por su parte, Pey et al. (2013) en Atmospheric Chemistry and Physics (vol. 13, pp. 799-812) documentan cómo la subtropical de alta presión se ha expandido hacia el norte desde 1980, incrementando un 25% la frecuencia de episodios de polvo sahariano en el Mediterráneo, un marcador de aire africano. Hernández-Ceballos et al. (2016) en Advances in Meteorology (art. ID 8124965) estiman un aumento del 20-30% en las intrusiones de aire sahariano desde 1980, con 10-15 días/año en el sur y 5-10 en el centro (potencialmente 10-15 en 2025, según patrones actuales). Estas masas cálidas y secas elevan las temperaturas máximas, explicando en parte el aumento de 3-4 °C en verano en Madrid-Retiro, un valor que supera ampliamente el calentamiento global. Otros factores locales, como la isla de calor urbana (hasta 8.5 °C más en Madrid, Arup, 2023) y cambios técnicos (como actualizaciones de sensores en estaciones meteorológicas), también deben considerarse para una interpretación completa.
El clima cambia, y es probable que la actividad humana influya en cierta medida, pero los que proclaman una "emergencia climática peligrosa" parecen guiados por un sesgo ideológico totalitario. Utilizan el clima no como un campo de conocimiento científico objetivo, sino como un instrumento de dominación política y social. Esta narrativa no convence, especialmente cuando los datos sugieren que la dinámica atmosférica y factores naturales tienen un peso significativo, mientras que las proyecciones catastrofistas a menudo carecen de matices y exageran el rol exclusivo de los GEI.