La conciencia en la absoluta soledad

 


¿Qué sucede con la conciencia cuando se encuentra aislada, sin reflejo en otros ojos, sin la fricción de una conversación, sin la certeza de que haya alguien más allá de uno mismo? Si existir es ser percibido, como sugería Berkeley, entonces la soledad absoluta es la antesala de la nada. Un territorio donde la conciencia se aferra desesperadamente a sí misma, preguntándose si, en esa vastedad sin testigos, sigue teniendo algún significado. La soledad absoluta no es simplemente la ausencia de compañía, sino una fractura en la arquitectura misma del pensamiento, que se ha moldeado desde siempre en el diálogo con los demás. El conocimiento de lo real viene siempre de fuente impuras: opiniones precríticas poco fundamentadas, simulaciones y apariencias, afirmaciones de otros, cotilleos, informes, libros, comentarios, artículos de opinión, enseñanzas, imágenes, videoclips. El ser humano se encuentra siempre en la disyuntiva entre tener razón o pertenecer al grupo. El coste de cuestionar a la tribu es alto. Pero un solitario absoluto no podría imitar a nadie, no tendría ese contagio social de costumbres grupales, valores comunes, prejuicios y estereotipos sociales. La realidad se quedaría sin uno de sus principales cimientos, sería un subjetividad sin intersubjetividad.

En la espesura del Amazonas vivió un hombre cuya tribu había sido exterminada. Pasó décadas solo, huyendo de cualquier mirada ajena, ocultando sus huellas, evitando el contacto humano como si fuese una amenaza para su propia existencia. ¿Qué ocurría en su mente durante esas interminables jornadas? ¿Cómo se sostenía su identidad cuando nadie más podía confirmarla? 

En el aislamiento total, la conciencia se enfrenta a una paradoja. Por un lado, adquiere una pureza inusitada, sin interferencias ni expectativas externas; por otro, corre el riesgo de difuminarse, de perder sus propios contornos. Sin un 'otro' que confirme nuestra existencia, ¿en qué punto dejamos de ser alguien y nos convertimos en una sombra de la mente? La identidad, que se construye en la interacción, empieza a desdibujarse. ¿Qué significa un nombre si no hay nadie que lo pronuncie? La conciencia en absoluta soledad se expande sin límites, pero también se disuelve en su propia inmensidad. Quizás se transforme en una especie de misticismo involuntario, donde el ego se diluye. O quizás, enfrentada a su propio abismo, termine por fragmentarse en múltiples voces, inventando diálogos alucinatorios con espectros para no perderse del todo. Desde luego, la naturaleza se convierte en la única compañía. Los árboles son sus testigos silenciosos, los ríos su fuente de vida y los animales sus únicos amigos. Aprende a escuchar sus sonidos, a "entender" sus lenguajes y a respetar su espacio. En este mundo sin palabras humanas,  desarrolla una conexión profunda con el entorno, una simbiosis que le permite sobrevivir. En su aislamiento, ha descubierto que la conciencia no necesita de la interacción humana para existir. Su mente sigue siendo capaz de crear, de soñar y de encontrar significado en la belleza del mundo natural. La historia de este hombre solo es un recordatorio de que, incluso en la más profunda soledad, el ser humano puede encontrar una forma distinta de vivir donde las únicas resistencias sean las naturales y no las culturales.



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