Maquiavelo y el buenismo

No es un tópico vincular a Maquiavelo con el realismo político, inherente a todo discurso que quiera ser pragmático o útil para su tiempo. Ningún pensamiento político renuncia a ser útil, incluso la tradición utópica o puramente idealista no deja de tener aspectos pragmáticos, aunque sólo sea para adoptar una forma negativa y crítica, o incluso como cobertura moral. Un cierto pesimismo antropológico no viene nada mal porque el que quiere dar leyes a un Estado debe suponer a todos los hombres malos o con posibilidad de serlo en cualquier momento, una naturaleza humana tendente al egoísmo y ambiciosa. La imposibilidad de hallar propuestas perfectas o soluciones sin inconvenientes, y la aceptación, por consiguiente, del mal menor. No existen soluciones perfectas, porque toda opción que se adopte implica sacrificar otras opciones; cuando se evita un inconveniente, siempre aparece otro. La política no puede instalarse en el Paraíso. Ese fue el error de Platón que supo corregir a tiempo.



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