Vidas paralelas: Sócrates y Arturo Mas

Los griegos, en tiempos de Sócrates, concedían gran importancia a la ley. Quizás porque eran espectadores atentos de su propio deambular y el de las monarquías autoritarias de su entorno, como Persia. En el diálogo platónico Critón, un Sócrates ya condenado a muerte recibe la visita de algunos amigos que se ofrecen y tratan de convencerle para que huya y salve así su vida. Sócrates es inflexible y, entre otros razonamientos de gran alcance filosófico y moral, les convence de que las leyes no deben ser violadas; en todo caso, si no se está de acuerdo con ellas, se puede instar a que se cambien, respetando, claro, los procedimientos establecidos para ello.

Observo por televisión a Arturo Mas, chulesco y bravucón cuando está rodeado de una plebe paniaguada, y cobarde y asustado cuando se encuentra frente a un tribunal que solo le juzga para una simple inhabilitación. Ni tan siquiera asume su responsabilidad, echándole la culpa a los voluntarios.

Este es el prototípico nuevo héroe de Cataluña. Con estos líderes la futura República bananera de Catetolunya tendrá el futuro que se merece.


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