Conversaciones

Salgo a comprar una barra de pan. A mi lado pasan dos jóvenes. «Todo está en tu cerebro, tío, el mundo entero está en tu cerebro». Me giro para escuchar lo que el otro responde: «Ya, tronco, entonces, ¿dónde está mi cerebro?».

     Entro en la panadería y una señora dice: «El problema es el dinero, el maldito dinero que todo lo corrompe». El señor que está al lado contesta: «No crea, señora. Somos las personas quienes decidimos cuál es el bien más oportuno para usarlo como medio de intercambio. El que elijamos sal, ovejas o metales preciosos depende de su liquidez, de su fácil manejo, transporte, posible pérdida de valor, conservación, etc. El problema no es el dinero sino el poder, que no corrompe, solo desenmascara».

     Asustado y confuso, decido volver a casa y refugiarme en mis meditaciones. De camino estoy cuando suena el móvil de la señora que camina delante de mí. «¡Maldito móvil!», la oigo murmurar; contesta y enseguida cambia el semblante, exclamando: «¡Hombre, qué alegría, cuánto tiempo!»

Creo que ya sé cómo se distingue el sueño de la realidad: el sueño es siempre lo otro.


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