Votar decepciones

Hoy cada uno votará a favor de sus decepciones y las ilusiones volarán hasta la próxima campaña de publicidad.

He «ejercido mi derecho» a la decepción a mediodía. Había mucha gente que peregrinaba desde su casa al colegio electoral, para terminar orando con una caña en la mano y el aperitivo en la otra. La iglesia donde uno reza transforma en parte el alma propia. Tampoco, creo, podemos olvidar que las religiones permanecen vivas gracias a las herejías y que crear herejes es parte del vicio político.

Decía Aristoteles que el hombre es, por naturaleza, un animal político. Algunos creen, como escribió Buñuel que, gracias a Dios, morirán siendo ateos. Él sabía que la naturaleza ha impreso en la mente la idea de dios: unos lo llaman progreso, otros superstición, aquéllos poder.

Hay un dios para los contemplativos y un dios para los activos. Acaso por mi sentimiento de absoluta dependencia, yo me decanto por el dios que hizo a los hombres, y no por el que los hombres quieren esculpir.

A partir de mañana los políticos aprenderán a ponerse el zapato izquierdo en el pie derecho y caminarán con elegancia. A partir de mañana, los hoy ilusionados, confesarán su decepción al de al lado y terminarán amargándome el café.

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