Gustavo Bueno
Mientras decido si acudo al Freewill antes o después de tomarme un café, continúo deambulando despreocupado y me sorprende enormemente encontrarme con Gustavo Bueno:
—Antes en la tele —me dice— escuchabas conciertos sinfónicos, ahora han ido suprimiéndose porque es propio de élites y te ponen una danza que recuerda a los chimpancés, con la gente levantando los brazos. O Bob Dylan. Una cultura macarra. Pero se trata de que la gente vaya y haga algo.
—No hay nada que hacer, los conciertos se extinguirán. La edad media del público roza los setenta años, como en las iglesias.
—Yo siempre vi lo mismo, que la Iglesia heredó el derecho romano y la filosofía griega y les dio un impulso gigantesco que en cierto modo fue lo que hizo la transición de la Edad Media a la Edad Moderna. Esto lo digo yo en un libro con comentarios a unas conferencias de Ratzinger, ¡Dios salve la Razón!
—Ratzinger es un gran filosofo que he leído con gran placer.
—Yo a Ratzinger le seguía mucho, era un teólogo que sabía mucho, no como este Papa de ahora, que es otro cantar, pero yo no comparto la teología de Ratzinger, Dios no es racional. Confundirlo con la razón es absurdo. Me dediqué a sacar textos escolásticos donde dicen que Dios no es racional, que Dios no puede hacer silogismos. Dios directamente lo ve todo.
—El Papa de ahora es un político con gestos típicos de un publicista de izquierdas y los progres están encantados con él, pero todavía no le he oído decir algo filosófico o teológico interesante. Ratzinger no duró mucho como gestor de asuntos relacionados con el poder porque no sentía interés por esos asuntos mundanos más allá de los propiamente caritativos.
—Yo creo que dudaba. Pero sencillamente estaba cansado, razones fisiológicas, y estaba al tanto de los enormes problemas de la Iglesia católica.
—Lo que no entiendo de usted es que sea materialista.
—La palabra materialismo es lo que más ha asustado. Por materialismo la gente entiende corporeísmo, el del marxismo propiamente, que lo real son los cuerpos; y es una cosa tan grosera que a cualquiera le espanta. Pero el materialismo no es corporeísmo. La materia no es una sustancia única, que es la tesis de los presocráticos y la de Marx, sino que tiene géneros distintos, y concretamente tres géneros: M1, M2 y M3. M1 es la materia física. M2 es la materia psicológica, el ánimo, la psique, y luego está M3: por ejemplo, la distancia entre dos cuerpos es también material, pero no corpórea.
—Entonces utilizar la palabra 'materialismo' es muy inoportuna por las connotaciones que tiene.
—Materialismo es pluralismo, pero sin continuidad entre las partes de la materia. Lo esencial es la discontinuidad, que fue el gran descubrimiento de Platón cuando habló de la symploké. Si todo estuviera ligado con todo (continuidad) sería imposible el conocimiento. «Todo está en todo» es la máxima del racionalismo para muchos, pero entonces no podríamos conocer nada. El principio de symploké implica que si todo estuviese desconectado de todo sería el caos. Platón dice que por tanto hace falta un principio según el cual no todo está ligado con todo o todo separado con todo. Nuestro materialismo es una forma de platonismo.
—No sé yo...
—Esa es la duda metódica de Descartes. Cada vez entiendo menos que Descartes se haya convertido en el prototipo de los filósofos. A lo mejor es que todo lo que me rodea no existe y lo que existe es el pensamiento, dice, pero luego su pensamiento va y encuentra a Dios. Pues hombre, haber empezado por ahí.
Cierro el IPad y salgo a la calle: el problema consiste en vislumbrar el inicio y el final; lo que está en medio es simple silogismo.
—Antes en la tele —me dice— escuchabas conciertos sinfónicos, ahora han ido suprimiéndose porque es propio de élites y te ponen una danza que recuerda a los chimpancés, con la gente levantando los brazos. O Bob Dylan. Una cultura macarra. Pero se trata de que la gente vaya y haga algo.
—No hay nada que hacer, los conciertos se extinguirán. La edad media del público roza los setenta años, como en las iglesias.
—Yo siempre vi lo mismo, que la Iglesia heredó el derecho romano y la filosofía griega y les dio un impulso gigantesco que en cierto modo fue lo que hizo la transición de la Edad Media a la Edad Moderna. Esto lo digo yo en un libro con comentarios a unas conferencias de Ratzinger, ¡Dios salve la Razón!
—Ratzinger es un gran filosofo que he leído con gran placer.
—Yo a Ratzinger le seguía mucho, era un teólogo que sabía mucho, no como este Papa de ahora, que es otro cantar, pero yo no comparto la teología de Ratzinger, Dios no es racional. Confundirlo con la razón es absurdo. Me dediqué a sacar textos escolásticos donde dicen que Dios no es racional, que Dios no puede hacer silogismos. Dios directamente lo ve todo.
—El Papa de ahora es un político con gestos típicos de un publicista de izquierdas y los progres están encantados con él, pero todavía no le he oído decir algo filosófico o teológico interesante. Ratzinger no duró mucho como gestor de asuntos relacionados con el poder porque no sentía interés por esos asuntos mundanos más allá de los propiamente caritativos.
—Yo creo que dudaba. Pero sencillamente estaba cansado, razones fisiológicas, y estaba al tanto de los enormes problemas de la Iglesia católica.
—Lo que no entiendo de usted es que sea materialista.
—La palabra materialismo es lo que más ha asustado. Por materialismo la gente entiende corporeísmo, el del marxismo propiamente, que lo real son los cuerpos; y es una cosa tan grosera que a cualquiera le espanta. Pero el materialismo no es corporeísmo. La materia no es una sustancia única, que es la tesis de los presocráticos y la de Marx, sino que tiene géneros distintos, y concretamente tres géneros: M1, M2 y M3. M1 es la materia física. M2 es la materia psicológica, el ánimo, la psique, y luego está M3: por ejemplo, la distancia entre dos cuerpos es también material, pero no corpórea.
—Entonces utilizar la palabra 'materialismo' es muy inoportuna por las connotaciones que tiene.
—Materialismo es pluralismo, pero sin continuidad entre las partes de la materia. Lo esencial es la discontinuidad, que fue el gran descubrimiento de Platón cuando habló de la symploké. Si todo estuviera ligado con todo (continuidad) sería imposible el conocimiento. «Todo está en todo» es la máxima del racionalismo para muchos, pero entonces no podríamos conocer nada. El principio de symploké implica que si todo estuviese desconectado de todo sería el caos. Platón dice que por tanto hace falta un principio según el cual no todo está ligado con todo o todo separado con todo. Nuestro materialismo es una forma de platonismo.
—No sé yo...
—Esa es la duda metódica de Descartes. Cada vez entiendo menos que Descartes se haya convertido en el prototipo de los filósofos. A lo mejor es que todo lo que me rodea no existe y lo que existe es el pensamiento, dice, pero luego su pensamiento va y encuentra a Dios. Pues hombre, haber empezado por ahí.
Cierro el IPad y salgo a la calle: el problema consiste en vislumbrar el inicio y el final; lo que está en medio es simple silogismo.