El destierro del solitario



Desperdiciar un tema tan maravilloso y tan complejo. Cogí el libro con ganas. Las primeras páginas no me disgustaron, pero más adelante ya me di cuenta: el autor había escogido la soledad no como objeto de reflexión profunda, sino como simple excusa, como hilo conductor superficial de sus propias obsesiones superficiales. Lo tiré a la basura. 

Nos quieren desterrar. Hay un énfasis constante en psicólogos y demás intelectuales esquizoides en correlacionar una mala salud con la soledad. No entiendo por qué no inciden en las técnicas psicológicas para sobrellevarla, resaltando los beneficios que reporta la solitud. Si alguien acude a un psicólogo porque tiene miedo a volar, no puede ser que lo único que le recete el profesional es que no vuele. Es un error abordar la soledad como un problema de salud, idealizando siempre unas relaciones sociales que son muchas veces nocivas, tóxicas y aburridas. La solitud es el concepto ya en desuso que ve la soledad en sus aspectos positivos, esos que el mundo pretende ocultar. Esencial para el desarrollo personal y emocional, para una mayor claridad mental por la reducción de la cháchara interminable, del estrés, para dotar de un sentido más profundo, reconectar con la voz interior perdida, y comprender mejor pensamientos y emociones. Convertir la soledad en solitud sería la tarea del buen psicólogo. Lo que hacen ahora los malos psicólogos es estigmatizar la solitud convirtiéndola en epidemia de soledad. Tampoco tienen en cuenta que muchas personas no desean la soledad, pero no pueden salir de ella por diferentes motivos. Como en muchas otras ocasiones, la psicología tiene un efecto contraproducente. Además, suele ser la propia enfermedad la que imposibilita tener una vida social, y no al revés. Es decir, si hay correlacion soledad y enfermedad muchas veces la causalidad es en sentido contrario. 

La soledad no es mala en sí misma. Recuerden a Avempace y su libro El régimen del solitario.  A Fray Luis de León y su Oda a la vida retirada: Qué descansada vida… A Jules Renard, cuando afirma: Amo la soledad incluso cuando estoy solo. A Cleóbulo de Lindos: Aprende a vivir aislado y medita en soledad; pero si te mezclas con la muchedumbre, procura ser uno de tantos. A Rückert: El necio necesita de compañía y el sabio de soledad. Porque la soledad ofrece al sabio una doble ventaja: poder estar consigo mismo y no estar con los demás, añade Cadalso. O Erasmo: Moriré libre porque he vivido solo; moriré solo porque he vivido libre. A Paco Traver: Ser social a los 20 es vital; a los sesenta, letal. Y por último, Rousseau: Ninguna de mis aficiones puede satisfacerse con dinero. Las diversiones de mis camaradas me aburrían (...) lo que nuevamente despertó mi afición a la lectura. Tenía que estar ocho horas diarias ocupado en un trabajo fastidioso, rodeado de gente más fastidiosa. Si no me agrada vivir entre los hombres es más por culpa de ellos que mía. La vida de París en medio de las gentes presuntuosas era tan poco de mi gusto; las cábalas de los literatos, sus odiosas disputas, la falta de buena fe en sus libros. Cuando dejé de ver a los hombres, dejé de despreciarlos. 

Como a Cioran, se nos nota la mueca.




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